El Rocío y la Inmaculada: una vinculación histórica que forma parte de su identidad
La festividad del 8 de diciembre recuerda un dogma que ha estado presente en la devoción rociera desde sus orígenes
El Belén del Ayuntamiento de Almonte recrea un recorrido hacia la Venida de la Virgen del Rocío 2026
Este 8 de diciembre la Iglesia celebra la festividad de la Inmaculada Concepción, el dogma definido en la bula Ineffabilis Deus, proclamada por el Papa Pío IX, que afirma que María fue preservada por Dios del pecado original desde el primer instante de su vida. Aunque esta definición llegó en 1854, España ya había jurado y defendido esta creencia siglos antes, en 1466. En El Rocío, este dogma ha estado presente desde muy temprano y forma parte de la identidad espiritual de la devoción rociera y de sus hermandades.
Uno de los testimonios más significativos de esta vinculación se encuentra en el azulejo de 1696, considerado una de las representaciones más antiguas de la Virgen del Rocío, donde puede leerse: “Nuestra Señora del Rocío, concebida sin mancha de pecado”. Se trata de una afirmación directa de la Inmaculada Concepción documentada más de siglo y medio antes de la definición oficial del dogma, lo que evidencia que la devoción inmaculista era ya un rasgo característico de El Rocío y de la espiritualidad del pueblo de Almonte. Este azulejo puede contemplarse hoy en el Museo Tesoro de la Hermandad Matriz, mientras que una réplica preside la puerta del Santuario que mira al Real.
Pero quizá el elemento que mejor evidencia esta vinculación es la insignia principal de las hermandades: el Simpecado. Su propio nombre remite directamente al dogma de la Inmaculada Concepción y convierte a esta insignia en un símbolo visible de esa creencia cada día. Las hermandades lo portan como representación de la Virgen, haciendo que esta antigua afirmación de fe forme parte esencial de la identidad de la devoción a la Patrona de Almonte.
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