Navidad rociera, fe y memoria en la aldea almonteña

Rocío Universal

Iluminación navideña ante el Santuario de la Virgen del Rocío. / JMSS
Chemi Saavedra

Huelva, 23 de diciembre 2025 - 14:23

La Navidad en El Rocío es reencuentro, memoria de los que faltan y la certeza de que seguimos caminando juntos. Nace el Pastorcito Divino y es un tiempo cargado de amor y vivencias que no siempre expresamos, pero que permanecen. Por eso es necesario contar esta Navidad. La que es familia, la que huele a arena mojada, la que se refugia en el calor de una chimenea encendida.

Es El Rocío, en una tierra que sabemos sagrada, donde muchos aprendimos a rezar mirándola a Ella, bajo su mirada y en lo cotidiano. Aquí todo tiene algo de regreso: a lo familiar, a lo cercano, a lo que importa cuando el año se apaga y empieza a hacerse balance, y no es casual que muchos elijan estos días para venir, aunque sea un rato, a verla.

La Nochebuena en El Rocío tiene un carácter propio. No todos la pasan aquí; quizá por eso se vive de un modo distinto, más recogido y familiar que otros momentos del año. Porque El Rocío es familia, la de sangre y la que escogemos, la que la Virgen nos va poniendo en el camino con el paso del tiempo, y por eso la Navidad en la aldea se vive de otra manera.

No se anuncia con luces deslumbrantes. Se siente. Está en sus calles al caer la tarde, en las puertas entreabiertas de las casas, en el humo de las chimeneas. Es tiempo de poner en orden las prioridades y de mirar más allá de lo inmediato. Y es el privilegio de poder escaparte a ver a la Virgen un ratito antes de cenar, acudir a la Misa del Gallo o asomarte, al salir del Santuario, a la marisma llena de agua, amplia y luminosa, incluso de noche.

Miembros del Grupo Joven del Rocío por el Mirador de la Marisma, en la aldea almonteña. / JMSS

Son instantes únicos que emocionan y que nos hacen dar gracias a Dios. Vivencias compartidas desde pequeño, de la mano de quienes más quieres y más nos quieren, que casi sin darte cuenta se convierten en herencia y forman parte de lo más hondo del corazón.

La Navidad en El Rocío es así: celebrar sabiendo que la Virgen y su Niño, recién nacido, están cerca; reunir a la familia, saludar a los vecinos que forman parte de tu memoria y a esos momentos de niñez que no se olvidan. Los villancicos suenan más flamencos, al compás de una guitarra, y no hace falta más ruido, porque basta lo de siempre para que la aldea se llene de Navidad.

Tal vez por eso, quien conoce esta Navidad de verdad la reconoce al instante y quien la descubre por primera vez entiende que existe otra forma de vivirla. Más serena, más verdadera. Porque en El Rocío, también en Navidad, lo esencial sigue intacto. Cuidémoslo.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último