Contar los días que quedan para encontrarse con la imagen de la Virgen del Rocío, emocionarse ante su presencia y pensar, ya en el camino de vuelta, cómo será de nuevo el camino de ida es parte de lo que implica ser rociero. Sentir la letra de una sevillana, rezar una plegaria o disfrutar del contacto con las arenas también lo es. 

Pero formar parte de una hermandad rociera va mucho más allá de disfrutar de los días de romería o de la peregrinación extraordinaria a la aldea almonteña de El Rocío. También más allá de participar en los distintos cultos que se celebren a lo largo del año en honor de la Blanca Paloma o de visitar varias veces el santuario.

Pertenecer a una hermandad implica adoptar una serie de compromisos y normas con la propia corporación. Conlleva regirse por unas reglas concretas que la persona asume como suyas y que comparte con el resto de miembros de la filial rociera. Y portar la medalla de una hermandad es el símbolo de pertenencia a esa comunidad rociera y de aceptación de esas normas.

Para ello, los hermanos juran las reglas de su hermandad, en un acto en el que se simboliza la aceptación de las mismas y su compromiso con la propia filial. Y eso es precisamente lo que han realizado recientemente los nuevos hermanos mayores de 14 años de la Hermandad del Rocío de Dos Hermanas durante el ofertorio de la misa de hermandad.

Es a partir de esta edad cuando esta filial ofrece a sus hermanos la posibilidad de jurar las reglas, por lo que han participado en ese acto no solo los nuevos hermanos mayores de 14 años, sino también los que ya lo eran y cumplen dicha edad en este año.

En torno a una veintena de hermanos juraron ante el Libro de Reglas de la Hermandad de Dos Hermanas en un acto cargado de simbolismo y emoción, por cuanto supone alcanzar la ‘mayoría de edad’ en lo que a implicación y protagonismo en el seno de una corporación rociera se refiere.

La eucaristía no solo sirvió para el juramento de las reglas de la Hermandad del Rocío de Dos Hermanas, sino que al término de la misma la Policía Nacional entregó un presente para el Simpecado de la corporación. Concretamente, una medallita con la placa emblema que los representa. Asimismo, la familia Marín Barbero donó un traje para la Virgen del Simpecado, según ha informado la propia filial rociera.