EL ROCIO

El año en el que el Gobierno Civil de Huelva quiso acabar con la Hermandad Matriz de Almonte

La Virgen del Rocío, en la procesión de Pentecostés por la aldea almonteña.

La Virgen del Rocío, en la procesión de Pentecostés por la aldea almonteña. / D. S.

La Hermandad Matriz de Almonte es la encargada de organizar, presidir y coordinar la Romería de Pentecostés, las Peregrinaciones Extraordinarias de las Hermandades del Rocío y otras celebraciones como El Rocío Chico o la Fiesta de la Luz, popularmente conocida como Candelaria. Podemos, además, hablar seguramente de que es una de las asociaciones religiosas de mayor poder de convocatoria de todo el orbe católico, pero su historia no ha estado exenta de sobresaltos y amenazas que han llegado a poner en riesgo, incluso, su continuidad.

Según recoge la propia Hermandad Matriz en su página web es posible afirmar la existencia de la misma desde finales del Siglo XVI, “como lógica consecuencia de la importancia que iba cobrando el lugar y la devoción a Nuestra Señora de las Rocinas, al encontrarse en tan privilegiado lugar, como era la encrucijada de caminos, que unía los puertos de Huelva, Cádiz y Sevilla, en que se encontraba la Ermita del Rocío”.

Algunos estudios confirman que “ya en el siglo XV se rendían cultos a la Virgen y que, para atenderlos, surgió la Hermandad, que se estableció en la parroquia de Almonte”. Algunas fechas importantes en la evolución de la Matriz son la fundación de la Capellanía de la Virgen del Rocío, en 1587 o la proclamación de la Virgen del Rocío como patrona de Almonte en 1653, sin olvidar el Terremoto de Lisboa de 1755 que produjo la destrucción de la ermita y la consecuente reorganización de la hermandad que, en su intento de ganar independencia para no depender de las autoridades y acelerar la reconstrucción de la ermita, elaboró y aprobó, por el Arzobispado de Sevilla, la Regla más antigua que posee, del año 1758.

Pero hubo un año que está marcado en rojo en la historia de la Hermandad Matriz de Almonte por la amenaza real que vivió por parte de las autoridades civiles, tal y como cuenta la propia hermandad. “En 1842, bajo la regencia del general Espartero, la hermandad ve amenazada su existencia por una orden del Gobierno Civil de Huelva, que anuncia su supresión. Ante tan grave noticia, el ayuntamiento sale en defensa de su Hermandad y suplica su continuidad, en sendos escritos dirigidos al Arzobispado de Sevilla y al Gobierno Civil de Huelva. El resultado fue positivo, permitiéndose la continuidad de la Hermandad que, además, recibió autorización para celebrar la Romería ese mismo año y el siguiente, tras nueva petición del Ayuntamiento, con una mediación providencial del almonteño, Antonio Martín Villa, secretario de la Universidad de Sevilla.”

De esta manera, la hermandad supo sobreponerse a esta amenaza e incluso consiguió salir de esta difícil situación consiguiendo una revitalización de la misma ya que “al superar este momento difícil, creció en el aprecio de su pueblo que tomaba conciencia de la importancia de sus funciones. Por ello, dirige una petición al Arzobispado de Sevilla, solicitando la plena rehabilitación de la Hermandad y actualización de sus Reglas, que no habían sido modificadas desde su aprobación en 1758, que se vuelven a publicar, actualizadas, en 1852.”

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