El Rocío

Entre vítores y aplausos los almonteños portan a la Blanca Paloma por las calles de Almonte

La Blanca Paloma en la Plaza de la Virgen del Rocío.

La Blanca Paloma en la Plaza de la Virgen del Rocío. / Rafa del Barrio (Huelva)

Entre vítores y aplausos la imagen de la Virgen del Rocío avanza lentamente en su procesionar por Almonte entre un mar de gente, mecida por los almonteños que la portan en las nuevas andas.

Los portadores la llevan de un lado a otro en un ir hacia adelante y hacia detrás para volver a situarse en el mismo punto y retomar la dirección hacia el itinerario fijado, recreándose en la antesala que es la Plaza de la Virgen del Rocío, donde desde antes de las siete de la mañana se había concentrado un gran número de personas para verla salir de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción.

Son los almonteños los que dirigen su caminar, los que marcan los tiempos, mientras el repique de campanas de la iglesia se oye de fondo. Todos quieren tocarla, meterse bajo las andas para llevar a su Patrona durante un tramo del recorrido por muy pequeño que sea.

Los almonteños muestran una vez más su devoción por la Blanca Paloma y la arropan en su recorrido por las calles de Almonte, en una multitudinaria despedida que le hace su pueblo a la Virgen del Rocío después de casi tres años de permanencia en la localidad debido al coronavirus.

A las dos menos cuarto de la tarde la Virgen ha llegado a la calle Cristo, un recorrido en el que se han sucedido las petaladas y el rezo de la Salve. Es lento su procesionar por Almonte, los almonteños están viviendo con intensidad el momento y quieren alargarlo para estar más tiempo en contacto con Ella. Han esperado muchos años y no hay prisa por regresar a la parroquia.  

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