Los oficios del Camino

Abel Freitas y Antonio Rodríguez, los tamborileros oficiales de Emigrantes y Huelva

Las dos hermandades cuentan con reconocidas escuelas de tamborileros

Las dos hermandades cuentan con reconocidas escuelas de tamborileros

Abel Freitas es discípulo de grandes maestros. Tamborilero oficial de Emigrantes y director de su escuela, sigue siendo feliz cuando toca solo y en silencio. Hace más de 25 años que dirige la escuela de tamborileros de la Hermandad de Huelva, de la que es tamborilero oficial. Antonio Rodríguez ha conseguido ser un profeta en su tierra.

La intimidad de tocar el alba

Abel Freitas tocando durante el Camino de Emigrantes Abel Freitas tocando durante el Camino de Emigrantes

Abel Freitas tocando durante el Camino de Emigrantes

Lo mejor del ruido es que se acaba. El bullicio, las palmas, las guitarras son ya solo un eco, un pasado que aún retumba en el presente callado, tranquilo y frío del alba. En ese momento, cuando llega el silencio, cuando aún no ha salido el sol, coge su tamboril y su flauta y, casi con los ojos aún cerrados, se coloca junto al Simpecado. Respira. Disfruta ese instante mágico en el que está solo. Suspira y empieza a tocar, primero más quedo, luego intensamente. Es su momento, “el más emotivo y el más íntimo, cuando hay miles de personas dormidas y me siento un privilegiado por estar ahí solo, al lado de Ella”.

Abel Freitas es el tamborilero oficial de la Hermandad de Emigrantes desde hace once años -“dos de ellos perdidos”, apunta- y ese, el toque del alba de cada día de Camino y en la Aldea, es sin duda lo que más le gusta del Rocío. Luego, por supuesto, hay otros muchos momentos, “casi todos son emocionantes, aunque también disfruto mucho el sábado por la tarde en la presentación de hermandades” cuando llega a la ermita con todo su grupo de tamborileros: “es el culmen del trabajo de todo el año”.

Eso es porque Abel, además de ser el tamborilero oficial, es el director de la Escuela de Tamborileros de Emigrantes, una de las señas de identidad de la Hermandad y una reconocida cantera de buenos tamborileros en la que aprenden más de 30 alumnos de Huelva, Bonares, Niebla y San Juan del Puerto, que son las otras escuelas que ha creado y dirigido en los últimos años. No hay duda de que Abel está muy bien acompañado, aunque cuando llega el Camino, cuando toca tocar, es él el único responsable. Él solo. Así que se concentra, se prepara. Y respira. Como si solo estuvieran allí él y el Simpecado. Como cuando toca al alba.

Maestro de tamborileros

Antonio Rodríguez (a la derecha en la foto) Antonio Rodríguez (a la derecha en la foto)

Antonio Rodríguez (a la derecha en la foto)

Nadie es profeta en su tierra, o eso dicen los que no conocen a Antonio Rodríguez Cruz. Bueno, en realidad un poco de verdad hay, porque Antonio no fue profeta en su tierra, la misma que lleva en el sobrenombre, hasta que llegó el siglo XXI. Fue en el año 2000 cuando comenzó su trabajo como tamborilero oficial de la Hermandad del Rocío de Huelva después de haber recorrido media Andalucía y terminar siendo conocido, efectivamente, como Antonio el de Huelva.

Ha sido y es maestro de grandes tamborileros gracias a su trabajo en la escuela de la Hermandad, que desarrolla desde los años 90 y que ha visto salir a lo mejor de la música de la flauta y el tamboril en la provincia y también fuera de ella. Como tamborilero oficial, Antonio es requerido para todos los actos protocolarios y religiosos de su Hermandad, y como docente empeña parte de su vida y de su basto conocimiento a “la transmisión de todo el acervo cultural de esta música que va mucho más allá del Rocío”. Es pura vocación, y será por eso que derrocha ilusión y ganas en cada proyecto. El último (el próximo, si todo va bien el año que viene) será recuperar el sonido de todos los rocíos desde la Edad Media hasta nuestros días, una obra que sin duda dará mucho que hablar.

Enseñar es su trabajo; hacer el Camino con Huelva, su devoción. Para él casi todos los momentos son un derroche de emociones, pero se queda con uno muy significativo: cuando se reúne con sus alumnos en la entrada de El Rocío y, entre todos, dan ese último aliento a sus hermanos, ese toque tan especial que hace única la entrada de Huelva. Esa música que anuncia que, ahora sí, empieza la mayor romería del mundo.

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