Carros vestidos de romería
Cristóbal Fernádez Vargas es uno de los expertos más reconocidos de Huelva adornando carretas.
Los carros también se van de romería. El Rocío les deja su impronta y cuando dejan Huelva todo el mundo sabe que se encaminan hacia la aldea almonteña. No es fácil hacer un carro y manos expertas se encuentran en la mayoría de los casos, detrás de uno de estos vehículos que nos provocan admiración cuando los vemos por las calles de la capital. Uno de estos expertos es Cristóbal Fernández de Vargas que lleva nada menos que 48 años haciendo carros.
Cristóbal empezó yendo con Huelva y fue el primer carro que salió con Emigrantes allá en 1971. Cuando uno ve el vehículo en su esqueleto, nadie se puede imaginar que lucirá del modo en que Cristóbal lo dejará listo. Ha llegado a hacer hasta 9 carros para cada romería, pues se encargaba de los de Cornellá que acompañaba a Emigrantes antes de ser hermandad. Con sus 80 años se limita ahora a un tractor y dos carros, todos ellos pertenecientes a miembros de su familia.
Su trabajo es ingente. Tanto es así que "en cuanto acabo la romería ya estoy pensando en cómo será el carro del año próximo y me pongo a trabajar". El papel de seda, la cola y el alambre son sus principales aliados y con un pulso admirable para su edad hace todas las innumerables flores -sin patrones- que darán ese realce espectacular a los arcos de sus carros y por ende a los de Emigrantes que han seguido su estela. Así claveles, rosas e incluso margaritas van saliendo de sus manos y ocupando también los laterales junto a otros aderezos de papel a los que se añaden la 'manta' con la que todo el carro queda vestido.
Cristóbal y su hijo Javier recuerdan cómo al principio, cuando el mercado no ofrecía las posibilidades de ahora, recogían el papel de plata de las cajetillas vacías y lo reciclaban para usarlo en el adorno del carro.
Cuando uno ve de cerca el trabajo de Cristóbal no queda menos remedio que pensar en lo efímero de un esfuerzo tan ingente que difícilmente puede calcularse en horas de dedicación. Todo ese esfuerzo, esa creatividad están destinados a una vida breve y a la presencia no siempre deseada de algún chaparrón que malogre el trabajo realizado. Más de un aguacero ha conocido Cristóbal pero no por ello se le han quitado las ganas de seguir en esta labor que ha sido reconocida con diversos premios y por la admiración de muchos rocieros que preguntan por sus carros cuando éstos llegan a la aldea.
El caso de Cristóbal es sin duda, de los más sobresalientes que se pueden encontrar en Huelva, pero todos dentro de la medida de sus posibilidades o su nivel de creatividad, intentan sacar sus carros lo mejor posible; que luzcan por Huelva y lleguen a la aldea, vistosos.
Lolo Martínez es un joven que irá con su reunión en un tractor. Recuerda que "hay gente que es propietaria del carro y sólo lo usa en las romerías y otra que lo tiene para el campo y lo alquila para este día". En su caso, él y sus amigos vestirán el carro con más modestia pero con la misma ilusión. Este año, para variar un poco, han usado cañizos; han usado también tela azul con lunares blancos y en los laterales han puesto los típicos carteles que rezan (ellos son de la Hermandad de Huelva): Hermandad de Huelva y ¡Viva la Blanca Paloma!.
También hay un bello componentes familiar en el adorno del carro. Ese es el caso de una familia de la calle Arizona, en Isla Chica. Ya desde hace casi dos semanas antes de que partan hacia la aldea con Huelva, mantienen el carro en la puerta de su casa. En el interior ya están todos los adornos preparados. El carro irá cubierto con una sábana a la que se le añadirán dos arcos; en la parte superior irá un cesto y en los laterales dos rostros de la Blanca Paloma de grandes dimensiones y realizados por la hija. El carro irá este año de blanco y rosa. La confección de todo ello ocupa mucho tiempo, pero en esta familia se considera un ingrediente más de los alegres preparativos con los que se empiezan a vivir la Romería.
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