El Rocío 2019

El Año Jubilar desafía al pueblo rociero a la santidad

  • El obispo de Huelva clama por la acción del Espíritu Santo y la intercesión de María para conseguir un pueblo santo que dé testimonio en la sociedad

Aspecto del Real durante la misa.

Aspecto del Real durante la misa. / Canterla (Huelva)

El Rocío está de júbilo. No es solo porque la romería vivía este domingo algunos de sus momentos álgidos y porque la espera del salto de la reja es un contrarreloj de nervios, expectación y amor a la Virgen. Las dimensiones que está adquiriendo la devoción a la Reina de las Marismas no las hubieran predicho ni los más optimistas hace unas generaciones.

Este Rocío de 2019 es del un cada vez mayor reconocimiento por parte de la Iglesia que ve en el amor que aquí se derrama a María, un potencial que aún no se ha desarrollado plenamente. No podía ser de otra manera que en la Misa de Pentecostés de la mañana de este domingo, la declaración de un nuevo Año Jubilar y que éste coincida con uno de los traslados de la Blanca Paloma a Almonte en agosto, fueran argumentos subrayados por los intervinientes en esta celebración eucarística.

Pero si hay un mensaje que destacó por encima de los demás, es la llamada que hizo el obispo de Huelva, José Vilaplana, a la santidad viendo en el Año Jubilar inaugurado el sábado, una espléndida oportunidad de acercamiento a una vida cristiana más comprometida, a la que todos sin excepción estamos llamados y que dé testimonio a un mundo cada vez más secularizado. Monseñor Vilaplana, que previsiblemente haya vivido su último Rocío como cabeza de la Iglesia onubense por la proximidad de su jubilación, recordó las palabras del Papa Francisco cuando aclara que para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos.

“Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día”.

Sin embargo, el camino de la santificación es algo que no se puede hacer efectivo si no es con la ayuda del Espíritu Santo que en Pentecostés cayó sobre los apóstoles y sobre María, dando nacimiento a la iglesia. En ese día, “se llenaron todos de Espíritu Santo. El Señor había cumplido Su promesa, los frágiles discípulos recibían la fuerza de lo alto para desarrollar la misión que se les había encomendado. Y ahí estaba María, la Madre que Jesús regaló a la Iglesia para que la acompañara en su peregrinación.

Y aquí estamos nosotros, con la Virgen, celebrando la fiesta de Pentecostés, esperando que el Señor siga cumpliendo su promesa en nosotros, para que podamos ser los testigos del Evangelio que nuestro mundo necesita”.”Solo el Espíritu –añadió el prelado– puede realizar maravillas en nosotros y le invocamos a través de María para que se haga real nuestro caminar con Cristo”.El obispo de Huelva anheló que todos sigamos el ejemplo de María ya que “Ella es para todos nosotros modelo de santidad. Se dejó transformar por Dios, que la llenó de su gracia, hizo maravillas en su pequeñez y nosotros la contemplamos coronada de gloria en el cielo y coronada por el cariño de sus hijos aquí en la tierra”.

El Real fue por lo tanto, el sitio indicado como es tradicional, para la celebración de esta misa que aglutinó a la Matriz con todas las filiales que ya alcanzan la cifra de 124. Sus Simpecados conforman el fondo del presbiterio donde se realiza la celebración eucarística, mientras que en la procesión de entrada el rumbo la marca el Simpecado de la Matriz que también asciende hasta dicho presbiterio. El pasillo central del recinto estaba flanqueado por banderas vaticanas mientras que finalmente, se situaron en el presbiterio los concelebrantes presididos por la obispo de Huelva. Junto a él, el de Asidonia-Jerez, José Mazuelo, el que hasta hace poco ha sido nuncio apostólico en Rumanía, Francisco Javier Lozano y los directores espirituales de todas las hermandades rocieras.

La misa arrancó con unas palabras de bienvenida que corrieron a cargo del presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales quien hizo asimismo referencia al Año Jubilar recién estrenado y al acontecimiento de Pentecostés que se conmemora estos días:“Estamos en torno a María, como los apóstoles hicieron en el aposento”. Reales indicó que “Ella es el reflejo de la misericordia de Dios; la que nos sigue ofreciendo entre sus manos a su Hijo”.

La parte musical de esta celebración corrió a cargo del Coro de la Hermandad de Sevilla que, como no podía ser de otra manera, comenzó sus intervenciones con el himno de la coronación canónica. Uno de los momentos más emotivos de esta misa, es la protestación de fe que los máximos representantes de cada hermandad realizan y que supone todo un testimonio de compromiso.

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