Huelva tu destino

Así es comer en este restaurante referente de la cocina serrana y micológica en Huelva

Así es comer en este restaurante referente de la cocina serrana y micológica en Huelva

Así es comer en este restaurante referente de la cocina serrana y micológica en Huelva

La historia de esta familia y este negocio de Aracena se remonta cinco décadas atrás, cuando José Sirlache funda el bar restaurante familiar "Casa Sirlache" (una H Gastronómica). Sirlache se preocupaba por adquirir los mejores ejemplares de setas para sus recetas tradicionales, siendo hoy en día un referente en el sector micológico y la cocina serrana.

Como no podría ser de otra forma, lo hemos venido a visitar y así realizar una crónica gastronómica. Aunque la mejor época para degustar los platos micológicos frescos es en temporada, ósea, en otoño, la nueva tecnología en conservación hace que sea posible disfrútalos en este restaurante casi todo el año.

Destaca su cocina tradicional serrana, actualmente regentada por su hijo Pepe, hermano de Miguel, del cual hablamos meses atrás por su tienda de setas y productos de la sierra. 

Solomillo de Casa Sirlache Solomillo de Casa Sirlache

Solomillo de Casa Sirlache

Pedimos tres platos a compartir y dos tapas de una media ración. Como la carne ibérica es una de sus especialidades, apostamos por la pluma y el solomillo, y para salir del Ibérico, cambiamos de palo y terminamos con unos chipirones. La carne estaba bien cocinada, la salsa era deliciosa, sobre todo la de queso de la pluma. Para mojar una barra de pan.

Pluma ibérica de Casa Sirlache Pluma ibérica de Casa Sirlache

Pluma ibérica de Casa Sirlache

Los chipirones, bien limpios, para nuestro gusto. Solo le faltó un poco más de plancha, pero es porque preferimos este plato más cocinado. Salvo por eso, la media ración, bien servida. De postre elegimos una natilla casera de castañas que estaba deliciosa.

Natilla casera de castañas de Casa Sirlache Natilla casera de castañas de Casa Sirlache

Natilla casera de castañas de Casa Sirlache

Como nota graciosa de la noche, al Pepe apagar el aire, nos empezó a entrar calor y pensamos que era algún tipo de alergia a los frutos secos, pero no, no padecemos ninguno una alergia, eran los 32 grados que hacía esa noche a las 12 de la madrugada.

Sin duda, un lugar digno de visitar. Sabemos que ahora, con las obras de la calle, puede ser un poco engorroso ir, pero merece la pena y es merecida su H gastronómica.