Su nombre significa "Lugar hermoso" y aunque tiene un gran castillo, es uno de los pueblos más desconocidos de Huelva
En pleno corazón de la Sierra de Aracena, y a tan solo unos kilómetros de Extremadura, este pueblo onubense se abre paso como un gran municipio que a pesar de ser un gran "olvidado", sorprende al visitante por su encanto discreto y su larga historia
La refrescante tradición donde todo el mundo acaba empapado en un pueblo de Huelva
El pueblo de Huelva que comparte nombre con otro de Extremadura y que tiene una de las mejores piscinas de España
En pleno corazón de la Sierra de Aracena, y a tan solo unos kilómetros de Extremadura, este pueblo onubense se abre paso como un gran municipio que a pesar de ser un gran "olvidado", sorprende al visitante por su encanto discreto y su larga historia
Hablamos de Cala, el pueblo más al noreste de la provincia de Huelva, cuyo nombre procede del latín callentum, que podría traducirse como “lugar hermoso”, y lo cierto es que basta contemplar sus paisajes de dehesas y montes para entender por qué.
Desde hace miles de años, Cala ha estado unida a la minería. Los romanos ya explotaban sus ricas vetas de cobre, y mucho tiempo después las Minas de Cala se convirtieron en un motor económico para toda la zona, hasta el punto de contar con un tren propio que llevaba el mineral hasta Sevilla. Pero no solo fue tierra de metales: también fue tierra de frontera. Su majestuoso castillo medieval, incluido en la famosa “Banda Gallega”, recuerda la época en que había que vigilar el paso hacia Portugal.
El pueblo conserva rincones cargados de historia, como la ermita de la Virgen de Cala, patrona y alcaldesa honoraria, o la iglesia de Santa María Magdalena, que mezcla estilos góticos y mudéjares y guarda un valioso patrimonio artístico. Tras la Reconquista, llegaron repobladores gallegos y leoneses, cuya huella aún se nota en apellidos, giros lingüísticos y costumbres.
Hoy Cala ofrece al viajero algo más que pasado. Sus senderos invitan a descubrir la naturaleza serrana, mientras sugastronomía conquista con ibéricos artesanales, guisos de siempre y dulces que saben a tradición. Y si se visita en fiestas, como Las Cruces, la romería de San Roque o la procesión de la Virgen ahora en septiembre, se entiende mejor esa mezcla de devoción y alegría que define el carácter de sus gentes.
En definitiva, Cala es mucho más que un punto en el mapa: Es un rincón onubense donde la historia, la naturaleza y la vida cotidiana se entrelazan para dar sentido a su nombre, ese “lugar hermoso” que sigue enamorando a quien lo descubre.
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