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En el tranquilo y blanco pueblo de Moguer, se alza gran construcción histórica que, paradójicamente, no siempre ocupa los titulares que merece. Se trata del Monasterio de Santa Clara, un complejo que no solo es un deslumbrante ejemplo de la arquitectura gótico-mudéjar, sino que ostenta un título imponente: Es el monasterio más grande de toda Andalucía, con una extensión que roza los 10.000 metros cuadrados.
Pero su tamaño es solo el prólogo de una historia que enlaza el fervor religioso con la aventura más grande de la humanidad. El Monasterio de Santa Clara es el altar del Voto Colombino, el lugar donde Cristóbal Colón, tras rozar la muerte en el Atlántico, cumplió la promesa más sagrada de su vida.
Fundado en 1337 por Alonso Jofre Tenorio, este monumento es mucho más que un hito de la Ruta Colombina, es una cápsula del tiempo arquitectónica.
El Claustro de las Madres: Sus arquerías inferiores del siglo XIV lo convierten en el claustro más antiguo de Andalucía. Es un espacio de serenidad impresionante, donde la geometría mudéjar envuelve el silencio de siglos.
La Sillería Nazarí: Dentro del coro, el monasterio atesora una pieza de valor incalculable: una sillería de madera de estilo nazarí (siglo XIV). Es considerada única en el mundo en su género, un testimonio asombroso de la maestría artesana en un contexto cristiano.
Vínculos de Poder: No olvidemos la influencia de la Abadesa Inés Enríquez, tía del Rey Fernando el Católico, quien jugó un papel decisivo intercediendo ante los monarcas para que apoyaran la primera singladura de Colón.
Imaginemos el escenario: Es marzo de 1493. La Niña, la última nave que regresa del Nuevo Mundo, se encuentra atrapada en una furiosa tempestad cerca de las Islas Azores. El mar ruge, la estructura cruje y la tripulación se enfrenta al naufragio después de haber sorteado con éxito un océano inexplorado.
En medio de la desesperación, el mismo Cristóbal Colón apela a una fe muy arraigada entre la gente de mar: Invoca a Santa Clara, una advocación protectora contra las tormentas. El voto fue claro y rotundo: Si salían con vida del trance mortal, lo primero que harían al tocar tierra sería ir a postrarse y pasar la noche en oración ante el altar de Santa Clara.
El milagro ocurrió. La Niña resistió. Y Colón, hombre de palabra y de profundas convicciones, fue directo a Moguer para cumplir su juramento. A su llegada, Colón y la marinería moguereña de La Niña pasaron la primera noche en tierra firme, del 15 al 16 de marzo, arrodillados en el templo del Monasterio de Santa Clara, cumpliendo así el solemne Voto Colombino.
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