No está en Sevilla: El legado arquitectónico más sorprendente de Aníbal González se esconde en Huelva

El arquitecto de la famosa Plaza de España de Sevilla también dejó en Huelva un legado espectacular: Casinos, fuentes, paseos, lavaderos y palacetes que respiran historia y encanto

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El bello legado de Aníbal González en Huelva / Descubre Aracena

El nombre de Aníbal González suele evocarnos Sevilla, el regionalismo y la grandiosa Plaza de España. Sin embargo, el arquitecto sevillano también dejó su huella, discreta pero inconfundible, en la provincia de Huelva.

Aquí, entre montes de encinas y pueblos blancos, levantó un buen puñado de edificios que aún hoy hablan de su talento, aunque no siempre aparezcan en las guías más transitadas.

Un enamorado de Aracena

En Aracena, donde pasaba temporadas y se sentía especialmente vinculado, Aníbal González desplegó buena parte de su creatividad. El Casino Arias Montano, elegante y señorial, es quizá el mejor ejemplo de su manera de combinar sobriedad y detalle.

Casino Arias Montano / Descubre Aracena

No menos imponente es la Casa Consistorial, donada por la familia Sánchez-Dalp, que con su planta exenta domina la plaza como si quisiera recordar la fuerza de una villa orgullosa de sí misma.

Ayuntamiento de Aracena

Apenas unos metros más allá, la entrada a la Gruta de las Maravillas aún conserva la antesala que él proyectó: Un espacio pensado tanto para acoger visitantes como para dar solemnidad a la cueva que se esconde bajo el pueblo.

Entrada a la Gruta de las Maravillas / M.G.

Y si uno se detiene junto a la Fuente del Concejo, se encuentra con los antiguos lavaderos, levantados en ladrillo y piedra, que respiran la esencia popular de principios del siglo XX.

Fuente del Concejo / Descubre Aracena

El catálogo se completa con construcciones más modestas: El mercado de abastos de Aracena, el antiguo colegio de las Esclavas Concepcionistas, un bloque de viviendas en la calle José Nogales o la pequeña fuente de la Plaza Alta frente al Cabildo Viejo. Obras quizás discretas, pero que suman carácter al paisaje urbano.

Fuente de la Plaza Alta / conocetusfuentes.com

En las inmediaciones de Valdezufre, la casa de la finca Los Lozanos luce todavía las proporciones equilibradas y el sello inconfundible del arquitecto. También ideó un ambicioso barrio de Aracenilla, a modo de ciudad jardín, que nunca llegó a desarrollarse por completo pero que dejó la semilla de un urbanismo adelantado a su tiempo. No podemos tampoco olvidar el destacable conjunto Monte San Miguel.

Barrio de Aracenilla / M.G.

Tesoros ocultos y dispersos por la provincia

Más allá de Aracena, el nombre de Aníbal aparece en otros rincones serranos. En Jabugo, el edificio del Tiro Pichón, hoy sede del Consejo Regulador del Jamón, se alza sobre una colina como recordatorio de una época en la que lo recreativo y lo monumental iban de la mano. Hay una leyenda que contaba que estaba embrujado.

Tiro Pichón en Jabugo / Josué Correa

En Higuera de la Sierra, el chalet conocido como El Charcón guarda entre sus muros la historia de la destilería Martes Santo.

Museo Destilería Martes Santo / M.G.

Si bajamos al Condado onubense, más concretamente al pueblo de Villalba del Alcor, se alza un majestuoso palacete algo más desconocido, utilizando actualmente como lugar de celebraciones. Se trata de la Hacienda La Hincosa: Una preciosa edificación de estilo andaluz de principios del siglo XX ideada por el arquitecto sevillano que cuenta con 10 habitaciones, piscina, bodega, cuadra para caballos e incluso una capilla.

Hacienda La Hincosa / Idealista

En la costa onubense también hay majestuosas pinceladas de Aníbal González, pues diseñó el bello Paseo de la Ribera de Ayamonte, ubicado junto al puerto deportivo. Muy cerca, en Isla Cristina, también dejó su visión: La Casa Roselló.

Paseo de la Ribera de Ayamonte / Google Antonio Jesús Martín

Y en Huelva capital, se encuentra también uno de sus primeros diseños modernistas: La Casa Cristóbal Yuste.

Casa Cristóbal Yuste / Google Street View

Lo más admirable es cómo González supo adaptar su estilo a Huelva, especialmente la escala serrana. Frente a los grandes proyectos sevillanos, aquí apostó por la medida justa: Ladrillo visto, piedra local, cerámica delicada. Nada desentona, todo conversa con las calles estrechas, con las fachadas encaladas y con la calma de los pueblos.

Quien recorra estos lugares descubrirá un patrimonio silencioso que no presume, pero que revela la capacidad de Aníbal González de entender el territorio y transformarlo con sensibilidad.

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