La aldea de Huelva nacida del agua y rodeada de un sorprendente paisaje donde viven en la tranquilidad menos de una veintena de familias

A apenas tres kilómetros de Almonaster la Real, se encuentra un bello rincón que vive en otra frecuencia. Un lugar pequeño, sereno, construido entre lomas suaves donde el sonido del campo lo llena todo.

Esta aldea nació donde convergen varios cursos de agua, y quizá por eso conserva ese carácter ligero y fresco que solo tienen los pueblos que crecieron escuchando el rumor del monte, una esencia reflejada en su nombre: El Arroyo.

Una pequeña población de solo 52 habitanes que se extiende siguiendo el relieve, como si sus casas hubieran entendido desde siempre que la tierra manda. Los dos núcleos que la forman quedan separados por la carretera, pero el ambiente es uno solo: Rural, íntimo, auténtico.

En torno a ellas crecen huertas familiares, encinas que se mueven con el viento y en un enclave puramente natural que perfuma cada sendero.

Un lugar que sorprende a quien lo mira despacio

Este rincón serrano es pequeño, sí, pero su entorno es inmenso. Quien llega encuentra un mosaico de verdes: Dehesas, huertos, barrancos, praderas y caminos que se pierden en la Sierra de Aracena. Los senderos conectan con otras aldeas del municipio y regalan caminatas suaves, perfectas para quienes buscan naturaleza real y silencio de verdad.

A pesar de su tamaño, esta aldea también tiene sus celebraciones. Sus Fiestas Patronales en honor a la Asunción y sus Cruces de Mayo llenan sus calles de música, colores y encuentros de vecinos.

Y bajo ese aire festivo se esconde un detalle que muchos desconocen: En su subsuelo se extiende el túnel más largo del antiguo ferrocarril Zafra–Huelva, una obra que atraviesa la sierra como un secreto enterrado.

Sabor serrano y autenticidad

Otro de los tesoros del lugar es su fábrica de jamones y embutidos, muy reconocida en la zona. Sus aromas forman parte del paisaje tanto como las encinas. Es imposible marcharse sin sentir que se ha probado algo profundamente ligado a esta tierra.

Aquí, cualquier visitante encuentra refugio: Paseos tranquilos, aire puro, conversación cercana y esa sensación de estar descubriendo un rincón que no necesita artificios para enamorar.

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