La comarca del Andévalo, tiene la particularidad de poseer un rico patrimonio etnológico que la hace diferente al resto de la provincia onubense. Los dos primeros sábados de mayo, El Alosno celebra su peculiar Fiesta de la Cruz, la cual ha mantenido su esencia desde hace siglos.
Quienes decidan conocer este ritual, vivirán la experiencia de viajar en el tiempo, al escuchar los sones añejos de las panderetas, los punteos de las guitarras y los cantes por seguidillas y fandangos.
Escucharán letras de pasajes bíblicos desconocidos
Judit la valerosa
pero con traición,
le dio muerte a Holofernes
fingiéndole amor…
De grandes hazañas de la historia
Luchaban por su vida
los gladiadores,
y yo tengo una herida
de tus amores…
De mitología y héroes
A la mesa de Venus
me han convidado,
y de celos me ponen
el primer plato…
Todos los aspectos de la vida cotidiana salen a relucir en las sabias letras que los alosneros han sabido conservar a través del tiempo.
A partir de las 12 de la noche, se dan cita las reuniones de los hombres en los bares, en el patio de algún amigo, o en el mismo paseo del pueblo. Allí preparan sus canastos de caña que van pertrechados de bebidas, para tomarse una copa durante el recorrido y se van templando las guitarras.
Por otro lado, las mujeres comienzan a abrir las típicas “Colás” donde están colgadas las cruces hasta formar un total de 12, repartidas por todo el pueblo.
Las mujeres tienen un orden jerárquico desde antaño, para situarse en el recito del baile. Al pie de la Cruz y a ambos lados se sitúan las mujeres casadas y las más mayores escalonadas según la edad.
En el escaño de la izquierda se sientan las mozas jóvenes y solteras que serán las mas solicitadas para bailar. El escaño de la derecha esta reservado a las niñas que van aprendiendo toda la tradición de cuanto acontece y cerrando el “llano” se encuentra el escaño que atraviesa y sirve de frontera para cuantos visitan la Cruz. También sirve ese escaño para que algunos visitantes puedan descansar un instante y es una cortesía que brinda la Colá a quienes la visitan.
Los alosneros tiene un lema bien aprendido para esa noche y es que, en la fiesta nadie es forastero, ya que todos los que lo deseen pueden participar.
Hoy es día de la unión
de todos los alosneros,
que delante de la cruz
nadie será forastero.
Y si lo fuera
podrá salir al llano
si él lo quisiera.
Durante toda la madrugada, rondaran las reuniones de hombres las distintas cruces y es de galantería visitarlas todas, si da tiempo a poder hacerlo pues hay veces que las reuniones se agolpan y hay que esperar cantando con los amigos.
Las mujeres no dejaran de cantar y tocar panderetas y palillos, de sacar preciosas letras y de brindar un sito al pie de la Cruz, cuando entran los guitarreros para tocar seguidillas punteás y asi descansar ellas un poco sus voces.
Aquí en Alosno se bailan tres seguidillas como siempre fue la costumbre, para así dar tiempo también, a todos los que esperan para poder participar. Al final del baile, es preceptivo que el hombre de un donativo a la Cruz, para ayudar a mantener el patrimonio y los enseres que posee cada colá y que se conoce popularmente como “la perrilla para la luz”.
La mujer que recibe el donativo, lo entrega a las mayordomas para que lo depositen en una caja que está al pie de la cruz.
Es algo primordial para cualquier alosnero, echar el baile en la cruz con su novia, madre, hermana, hija, sobrina, nieta, vecina, amiga… todos bailan con todos y nos hay que saber hacerlo muy bien, sino llevar el compás y cumplir con ese compromiso adquirido de echar su baile por la cruz.
Si una mujer de fuera de la Cruz quiere bailar, también puede hacerlo y es costumbre por educación, que el hombre solicite permiso a las mayordomas para poder hacerlo, dando ellas siempre su beneplácito.
El Alosno desempolva el baúl del tiempo y saca a flor de piel todo su bagaje cultural para vivir una mágica noche de felicidad compartida. Surgirán amores a través de los espejos:
Manojos de alfileres
son tus pestañas,
cada vez que me miras
me las enclavas…
Casi sin darse cuenta llega el amanecer y la dicha los invade, mientras los fandangos inundan el aire de la calle Real y la unión los hace sentirse miembros de algo indescriptible.
La mayor satisfacción
de quién se siente alosnero,
es cantar bien el fandango,
danzar los cascabeleros
y bailar en la Cruz de mayo.
Hasta bien entrado el día seguirán cantando y bailando con el seductor encanto de algo que llevan innato, grabado en su alma y cumplido el ritual, todos se irán al paseo para seguir disfrutando juntos.
Las reuniones se hacen todas una sola, las mujeres cerraron las colás y ahora toca compartir juntos la esencia de lo vivido.
Algunos tienen salones preparados para comer un poco y reponer fuerzas, pues hasta bien entrada la tarde no se dará por finalizada la fiesta.
Quienes decidan vivir una noche de cruz en El Alosno, experimentarán una vivencia única, llena de mil sensaciones que conservarán en lo más hondo de su interior.
Alosno es un sentimiento
con punteo de guitarra
y te conmueve por dentro
cada vez que Alosno canta.
Es un son de pandereta
con aroma de aguardiente,
y una verdad que sentencia
con un fandango valiente.
(Antonio Blanco)