Entrar en el Nuevo Colombino y ver sus gradas llenas de aficionados da alegría. Es un motivo más para creer en el futuro inmediato de este club. Después de los varapalos y los sinsabores de las últimas campañas, el recreativismo está regresando poco a poco a su casa. Frente al Tenerife se superó la barrera de los ocho mil. Luego, contra el Lugo la lluvia y la Magna frenaron a la gente. Nada que ver contra el Mallorca, donde se registró una afluencia notable con más de 8.400 espectadores. Todos los registros se quedaron pequeños ayer con 10.732 espectadores en las gradas para presenciar el partido.

Gran parte del mérito en el ambiente y la captación de los aficionados corresponde al equipo. Cuando un grupo ofrece buenos partidos y resultados es obvio que el seguidor se anima y se engancha. Pero a veces es necesario estimularlo. Desde que comenzó la temporada los esfuerzos por parte del club son notables. La puesta en marcha de la campaña de pases de temporada fue un éxito absoluto con más de dos mil carnets. Contra el Deportivo se buscó un cariz social al encuentro. Durante la semana se repartieron dos mil localidades a cambio de cinco kilos de alimentos no perecederos cada una. Era inevitable asistir a la fiesta que se vivió ayer.

Casi once mil espectadores en las gradas del Nuevo Colombino. Desde el descenso de Primera División no se registraba una afluencia tan masiva de seguidores al campo. Hay campos de la Liga BBVA en los que ese público no lo tienen. Atascos, prisas y carreras por coger el mejor sitio, hasta la espera para entrar al campo fue bien recibida como demostración del buen ambiente.

Fue una mañana festiva. Los que acudieron al Nuevo Colombino no pudieron celebrar una victoria de su Recre, pero se lo pasaron en grande y alimentaron una semana más la comunión que existe entre el equipo y la grada. La ovación con la que el líder se marchó tras caer con el Deportivo fue la mejor muestra de la buena sintonía y el reconocimiento al trabajo bien hecho.