El héroe del pueblo

Lejos del 'glamour', Iniesta ha entrado en la historia del fútbol español gracias a su sencillez · El mundo, rendido a su juego

Ignacio Naya / Johannesburgo

13 de julio 2010 - 05:02

Su nombre estará siempre unido a la historia grande del fútbol español, pero Andrés Iniesta es un héroe atípico. Nada de grandes campañas publicitarias, nada de mansiones de lujo y nada de tatuajes, es un hombre del pueblo.

Después de marcar el domingo el gol que dio a España su primer título mundial, Iniesta apareció en las catacumbas del estadio Soccer City de Johannesburgo con su piel pálida y su voz queda de siempre. Las sonrisas y las bromas las deja para el vestuario, para sus íntimos. En público, sólo sus palabras muestran la felicidad que recorre su cuerpo.

"Me siento muy feliz de estar en este momento de la vida, del fútbol y de la historia", confesó Iniesta con un vasito de plástico en la mano lleno de brotes de hierba, la hierba dura del estadio Soccer City.

Allí, en una noche de intenso frío invernal en Johannesburgo, Iniesta se convirtió en el primer y único jugador español que ha marcado en una final de la Copa del Mundo. Su 1-0 contra Holanda es ya historia del fútbol en España, pero fue también una compensación.

Su primer recuerdo nada más marcar fue para un amigo fallecido, Dani Jarque. El jugador del Espanyol murió súbitamente en agosto de 2009 durante la pretemporada del equipo. Iniesta esperó hasta la final del Mundial para homenajearlo con un mensaje en su camiseta interior. "Siempre con nosotros", se leía.

Una frase que resume la forma de ser de Iniesta, siempre fiel a los suyos. Nacido hace 26 años en un pequeño pueblo de la castellana Albacete, nunca olvida un recuerdo para su gente cuando tiene la oportunidad. "Visca el Barça y visca Fuentealbilla", gritó en la fiesta de celebración del triplete de 2009 en el Camp Nou.

Iniesta vive en el pueblo de Sant Feliu de Llobregat, a las afueras de Barcelona, en una casa adosada. Cada vez le resulta más difícil pasear por sus calles, pero no es extraño verlo comprar el periódico o comer en algún sencillo restaurante en sus días libres.

Su menuda figura, apenas mide 1,70 metros, pasa inadvertida entre la gente. No es un jugador mediático. Pero todo es diferente cuando salta al campo.

Iniesta es "uno de esos piececitos milagrosos que, nacidos en Fuentealbilla, se han criado y hecho futbolista en La Masía, en la cantera del Barça, una de las mejores escuelas del mundo", aseguró ayer el ex jugador y entrenador azulgrana Johan Cruyff.

Cuando aún era un niño, Pep Guardiola le entregó un premio en un torneo y le aseguró que en unos años estaría viéndolo jugar desde las gradas del Camp Nou. No se equivocó, pero tampoco resultó tan fácil.

En sus primeros años en el primer equipo, Iniesta tuvo problemas para encontrar un sitio en el equipo titular. Primero se le consideró incompatible con Xavi, con el que hoy forma una sociedad temible tanto en el Barcelona como en la selección. Luego, su falta de corpulencia causó desconfianza en técnicos como Frank Rijkaard.

Pero su calidad acabó imponiéndose. Y nadie duda de que cuando Villa le gritó "¡Grandeeee!" al pasar a su lado en la zona mixta de Soccer City lo único que hacía era expresar una opinión generalizada.

Curiosamente, los padres de Andrés, José Antonio y María, no vieron el gol. Tienen por costumbre no ver los partidos por televisión debido a los nervios, aunque los suelen seguir por la radio.

"Iniesta -resumió el francés Le Figaro- fue un símbolo de la fuerza creativa del juego español". Un símbolo dentro y fuera del campo. Un símbolo de un equipo "campechano", como dijo el capitán ÍkerCasillas.

"Son chicos limpios, sin prejuicios, maravillosos", sentenció emocionado al término de una final que quedará para la historia Vicente del Bosque.

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