Una pregunta corre de boca en boca entre los aficionados del San Roque de Lepe en los últimos días. ¿Dónde estaría situado en estos momentos el equipo aurinegro si Antonio Fernández Rivadulla hubiera estado sentado en su banquillo desde que comenzó la temporada? Evidentemente no es el único responsable de la mejoría experimentada por el conjunto lepero desde su llegada, pero nadie le podrá discutir al técnico gallego el cambio de cara que le ha dado a una plantilla hundida, no solo en la clasificación, también en la moral, y que, sin embargo, ahora cree en lo que hace.

Antonio Fernández llegó a Lepe tras la derrota en terreno del Rota en la jornada 9, un resultado que dejaba al San Roque en puestos de descenso con solo 5 puntos. Una sola victoria, dos empates y seis derrotas era el balance del equipo aurinegro hasta ese momento, con 9 goles a favor y 15 en contra. La fragilidad defensiva, las dudas sobre el esquema de juego con continuos cambios de un partido a otro y la falta de ideas en ataque eran las señas de identidad de la escuadra lepera hasta ese momento. La posición que ocupaba en la tabla no era más que la consecuencia lógica de esa situación, lo que llevó a la destitución de Juan Carlos Camacho como entrenador del plantel aurinegro.

Los resultados continuaron siendo muy negativos en los primeros partidos de Fernández, con dos derrotas como visitante en Pozoblanco y en Puente Genil y un empate entre medias en el Ciudad de Lepe ante el Gerena, pero por lo menos el entrenador orensano ya reconocía haber encontrado dónde estaba el mal de este equipo, “hay que sacar rendimiento a lo que uno tiene. Ahora mismo creo que es importante hacernos fuertes atrás porque arriba tenemos jugadores desequilibrantes que pueden decidir partidos. Lo que veo es que hay una falta de confianza, tanto colectiva como individual, y eso hay que cambiarlo”.

Lo que ha venido después confirma que, no solo acertó con el diagnóstico, sino también con el tratamiento. Desde entonces, ocho partidos de los que el San Roque ha ganado cinco, empatado dos y perdido solo uno, con 10 goles a favor y, lo que es todavía mejor, solo 5 encajados y cuatro partidos con la portería a cero, el último de ellos venciendo en Ceuta (0-2)

El balance total de Antonio Fernández desde que se hizo con las riendas del San Roque es de 18 puntos en 11 partidos, una media de 1,64 puntos por partido, lo que, haciendo un ejercicio de fútbol-ficción daría para una temporada completa de 38 partidos un total de 62 puntos, puntuación con la que muchos años se ha podido acceder al play off de ascenso. Pero es que si se obvian los mencionados tres primeros partidos en los que el equipo lepero solo consiguió un punto, los números serían de 17 puntos en 8 partidos, para una media de 2,125 puntos y un total de 80, suficientes para incluso poder ser campeón de grupo.

Está claro que estos últimos datos no pasan de ser una nueva versión del Cuento de la lechera aplicada al fútbol, pero que demuestran el buen trabajo hasta este momento de Antonio Fernández al frente de la plantilla aurinegra. ¿Hasta dónde llegará este resucitado San Roque? Esta es otra pregunta para la que habrá que esperar respuesta al final de temporada.