Boxeo

Pedro Carrasco, 20 años en la memoria

  • El pasado día 27 se cumplieron dos décadas del fallecimiento del onubense, ‘El marino de los puños de oro’, con 57 años. El alosnero fue campeón del mundo y siete veces de Europa, entre otros éxitos

Pedro Carrasco, tras proclamarse campeón de Europa el 30 de junio de 1967.

Pedro Carrasco, tras proclamarse campeón de Europa el 30 de junio de 1967. / Efe

Nació donde el fandango tiene su cuna, Alosno, y hace veinte años se quedó sin compás su corazón en un piso del Paseo de La Habana de Madrid. Enmudeció el mundo del deporte, la España a la que tanto hizo vibrar. El 27 de enero de 2001 falleció de un infarto en la soledad de su hogar Pedro Carrasco, toda una leyenda del boxeo recordada vívidamente con orgullo y admiración, como deportista y persona.

Hasta aquel día en el que contaba 57 años llevó este campeón humilde su estela de gloria, latido a latido, labrada con generoso esfuerzo, una vida de película contada en ‘El marino de los puños de oro’, sobrenombre para el boxeador campeón del mundo y siete veces campeón europeo que hizo el servicio militar en la Armada.

En alguna de esas noches que fumaba contemplando el cielo madrileño en silencio habría repasado los días en los que gozaba de la admiración incondicional de todos, de cómo ese hombre con alma de chiquillo de pueblo trotó por el mundo y levantó los brazos más de cien veces sobre un ring en una década dorada (1962-1972).

Repasaría cómo emigró de Huelva y comenzó a trabajar en una fábrica de embalajes en Sao Paulo (Brasil), se enganchó al boxeo en un gimnasio cercano, el Club Manzoni, e inició una aventura en la que fue imbatible en Italia y se convirtió en enseña nacional en su regreso a España.

El púgil le entrega a Diego Moisés Santos el premio al Mejor Deportista Onubense de 1998. El púgil le entrega a Diego Moisés Santos el premio al Mejor Deportista Onubense de 1998.

El púgil le entrega a Diego Moisés Santos el premio al Mejor Deportista Onubense de 1998. / José A. P.

Los flashes deportivos y los de la prensa rosa por ser pareja de la gran Rocío Jurado no enturbiaron la mirada limpia de sus ojos azules. Cada cierto tiempo deseaba el reencuentro con sus raíces, con una tierra donde su leyenda sigue flotando como un velero, muy presente aunque hace veinte años que se detuviera su corazón.

El árbitro internacional Paco Alloza, reconocido como el mejor de España en 2017 tras más de 40 años en ejercicio, destaca el legado incontestable de su paisano: campeón del Mundo (WBC) en peso ligero, seis veces campeón de Europa (EBU) en peso ligero y una vez campeón de Europa (EBU) en peso superligero, así como el honor de ser el único español que figura en el Salón de la Fama del Consejo Mundial del Boxeo.

“Su récord está ahí”, resalta Alloza sobre sus 93 victorias consecutivas en un cuadrilátero, algo inigualable para ningún boxeador español. En total son 111 combates como profesional, con 106 victorias, tres derrotas y dos combates nulos.

“No tenía rivales en Europa, era espectacular y protagonizó batallas épicas”, valora el colegiado onubense sobre duelos memorables con el estadounidense de origen mexicano Armando ‘Mando’ Ramos o el “toma y daca encarnizado” con Miguel Velázquez, con el que tenía “una rivalidad grandísima”.

Recuerda que en una concentración con motivo del Campeonato de España de 1990 en Barcelona el que fuera preparador de Carrasco, Renzo Casadei, le contó que el púgil onubense era “un superprofesional, un fanático del gimnasio al que había que decirle que parara de entrenar”, porque “se entregaba en cuerpo y alma”.

Kelvin de la Nieve: "Hoy en día hubiera dado mucho que hablar tanto a nivel olímpico como profesional"

Su gran golpe era el ‘bolo punch’, “una especie de gancho volea” con el que asestó numerosos KO, la guinda a un boxeador “muy completo”, con “mucha envergadura para el peso que tenía” y que además “enganchaba fácilmente con el público: tenía mucho tirón porque daba espectáculo”. Paco Alloza insiste en que era un púgil “técnicamente muy bueno, valiente y muy agresivo, todo espectáculo, un gran peleador con un soporte técnico muy aceptable”.

Coincide con él el dos veces olímpico Kelvin De la Nieve (Pekín 2008, Londres 2012), que además fue diploma mundialista y tres veces medallista europeo. Desde la óptica de un boxeo actual, reconoce que ha visto vídeos de Carrasco y le sorprendió que era “muy valiente”.

“No tengo dudas de que hoy en día hubiera dado mucho que hablar, tanto a nivel olímpico como profesional”, asegura De la Nieve, cuya mujer está emparentada lejanamente con el astro del ring, y que contó con las referencias del que fuera su entrenador, Bienvenido Alloza, y de Paco Méndez, que llegó a entrenar con él.

Pedro Carrasco se casó con Rocío Jurado el 22 de mayo de 1976 en Chipiona. Pedro Carrasco se casó con Rocío Jurado el 22 de mayo de 1976 en Chipiona.

Pedro Carrasco se casó con Rocío Jurado el 22 de mayo de 1976 en Chipiona. / Efe

El nueve veces campeón de España en categorías ligeras ve en Carrasco a un púgil “muy técnico” que “se movía muy bien de piernas y boxeaba bastante bien a la larga”, que no era “específicamente, fuerte y aguerrido” y que se llevaba los combates “más por que por garra y fuerza”, como el típico boxeador español. “No se echaba nunca hacia atrás e intentaba constantemente hacer su boxeo con ganas, era grandísimo y logró lo que merecía, ser campeón del mundo”, sentencia.

No coincidió tanto con él el veterano periodista Ignacio Ruiz, pero tuvo la suerte de compartir una noche de cantes alosneros con “dos dioses”, el gran campeón y el mítico cantaor Paco Toronjo; y volvió a verlo cuando pese a estar en Miami no dudó en venir a Huelva para recibir un homenaje en la gala de la Asociación de la Prensa Deportiva: “creíamos que no iba a venir y lo hizo encantado, se pagó él el viaje y al verme se acordó de aquella noche”, dijo.

Antonio La O, historiador y exjefe del servicio de deportes de la Diputación de Huelva, rememora un homenaje “muy bonito” al campeón mundial en el Muelle de las Carabelas, enclave de la partida de las naves de Colón rumbo a América que aprovechó para hacerse “un reportaje completo junto a Raquel Mosquera”. Indica que durante esa época dorada “todos los españoles y onubenses estábamos pendientes de lo que hacía Pedro Carrasco”, tiempos en los que el boxeo se televisaba mucho y este deporte bullía en Huelva. “Se crearon muchos gimnasios por todos los barrios y en el estadio antiguo se llenaba el graderío de la zona que daba a la plaza para ver combates”, recordó. Hoy el boxeo no se televisa tanto ni hay tanta afición, pero el orgullo y la admiración por Pedro Carrasco no ha decrecido: veinte años de una leyenda que se ha acrecentado, la del ‘Marino de los puños de oro’.

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