Da la impresión, al primer golpe de vista, de que el Córdoba B está en las nubes y La Palma bordeando el purgatorio. Y la realidad es que el filial cordobesista tiene 36 puntos y es octavo, mientras que los condales son décimo segundos y suman 32 puntos. Todo se basa en las sensaciones. Porque La Palma suma una retahíla de resultados que le ha metido directamente en el dolor de cabeza. Tres derrotas seguidas y seis jornadas sin ganar. Mucho castigo para un solo cuerpo.

El Córdoba B no está sobrado. Viene de perder en casa y su temporada no se asemeja en nada a la anterior, en la que fue, durante mucho tiempo, líder y protagonista. Está en periodo de adaptación con sus jóvenes talentos y eso se llama peligro. Porque el día que abren los ojos y te miran a la cara, desafiantes, te oprimen. Esperemos que sea en otro momento por el bien del conjunto de Nacho Molina.

Hubo un momento de la Liga en el que La Palma soñó con cuentos de hadas. Aquella impresionante racha de resultados es un recuerdo, añoranza pura. Es cierto que en algunos momentos el equipo ha merecido más. Son esas ocasiones en la fijación del poste y el balón que se estrella en él. Cuando no estás oprimido ni estresado, todos van para dentro. Cuando es lo contrario, no entra ni uno.

La lesión de Julen, la ausencia de Zaca y la espantada de Benítez son otros factores que no contribuyen precisamente a poner una alfombra. Además, algunos de los fichajes llegados en el mercado de invierno no están aportando lo que se esperaba en un principio. El caso es que, en pitos y flautas, da la impresión de que al final serán los que estaban los que saquen las castañas del fuego.

Dos victorias. Es posible, sin no hay muchos arrastres, que con eso baste para salvar la patria condal. El partido se juega a las siete de la tarde por festejo local de las habas con poleo. Ni La Palma ni Córdoba B están habituados a ese horario. Así que ahí empatan. Esperemos que los goles locales desempaten la situación.