La memoria retiene lo más reciente. El fútbol va tan rápido que lo de ayer parece que ocurrió hace un siglo. Y después, hay historias que se dan la mano, como por ejemplo lo enfrentamientos entre La Palma y el Espeleño. Se han medido tanto en Tercera como en División de Honor y eso, sin querer, establece unos vínculos de amor y lo contrario.

La Palma lleva una racha de excelentes resultados, tres victorias y un empate en Gerena, para dejar atrás una retahíla de cuatro derrotas seguidas. Fue anteayer, como aquél que dice y parece que han pasado varias estaciones. Eso, ha encaramado al conjunto de Nacho Molina a la octava plaza de la tabla con 13 puntos. Y parece que el conjunto palmerino es el equipo de moda. Pero fíjense en una cuestión. El Espeleño solo suma tres puntos menos y da la impresión que su recorrido no es tan excelente cuando sí lo es. Vienen de ganar al Xerez DFC y eso, aparte de caché, da una confianza infinita. Y hay que añadir el trabajo de su entrenador, Juan Carlos Quero, una especie en extinción por fidelidad capaz de hacer un equipo de fútbol de una banda de música.

Nacho Molina ha levantado a un equipo que parecía muerto y Quero es la fiabilidad más absoluta, luego, aparte de en el campo, los focos estarán también en los banquillos. No tiene desperdicio la cita. Si La Palma gana, entonces alejará a un equipo que es un incordio. Si lo hace el Espeleño, comprimirá esa parte de la tabla.

Hablando de nombres propios, Gonzalo y Álex Pérez, los centrocampistas actuantes en el laboratorio, han cogido hilo y velocidad de crucero y eso están moviendo el piñón de la bicicleta. Atrás, Andrés ha sumado adeptos a la causa y Mesa, Carlos Martínez y Juan Becken ya interpretan la misma canción, mientras que arriba, la llegada de Benítez, dos golazos en tres partidos, le pone el espectáculo con sus movimientos.

Ese es el partido. El de la confirmación para los locales y el del posible acercamiento a la tranquilidad para los cordobeses. Por cierto, el club ha hecho una llamada a la asistencia. El equipo lo necesita y al mismo tiempo se lo merece.