tribuna de opinión

Cincuenta años del paso de la antorcha olímpica por Huelva

  • Los Juegos de México pasaron a la historia por sus gestas deportivas y también por la repercusión de algunos de los actos protagonizados por los deportistas participantes

Pocas veces, por no decir ninguna, en la historia de una localidad o territorio se da la circunstancia de que pase la llama olímpica que, cada 4 años, enciende el pebetero de algún lugar del mundo para celebrar la nueva edición de los Juegos Olímpicos. En el caso de la provincia de Huelva, tenemos la suerte de haber sido protagonistas en un par de ocasiones, la última de las cuales tuvo lugar con motivo de los Juegos celebrados hace 26 años en Barcelona. Todo un éxito de organización y deportivo, en el que los integrantes de la delegación española lograron los mejores resultados de nuestra historia.

Pero el caso que nos ocupa, y sobre el que escribiré las próximas líneas, sucedió bastante antes. En este sentido, hoy se cumple medio siglo del primer paso de la antorcha por Huelva. Unos Juegos Olímpicos que se celebraron en México y en los que la organización quiso representar en el recorrido de la llama sagrada, en su mayor parte, el viaje originario del almirante Cristóbal Colón y sus navegantes, recorriendo los lugares relacionados con su nacimiento y gesta protagonizada 476 años antes.

Antes de llegar a La Rábida, el fuego olímpico se paseó por las calles de Palos

Fueron los de México unos Juegos que pasaron a la historia, aparte de por sus gestas deportivas, por su repercusión social en algunos de los actos protagonizados por los deportistas y cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Así, echando un vistazo en cualquier hemeroteca o husmeando por internet, podemos recordar la imagen del podio de la prueba de 200 metros lisos masculina, donde los atletas Tommy Smith, Peter Norman y John Carlos reivindicaron la igualdad entre las razas en un gesto (black power) que les costó la expulsión de sus respectivos combinados nacionales y les acarreó, posteriormente, problemas en sus carreras deportivas y laborales. Con el paso de los años, este singular gesto se convirtió en toda una referencia en la lucha por la igualdad. Otra anécdota, en este caso, símbolo importante en la igualdad entre hombres y mujeres, la protagonizó la atleta mexicana Enriqueta Basilio, convirtiéndose en la primera mujer que encendía el pebetero de un estadio olímpico.

Centrándonos en el tema deportivo son unos Juegos que serán recordados por el estratosférico salto de Bob Beamon, que con 8,91 metros batió el récord del mundo (aún olímpico) en casi medio metro. Siguiendo con los saltadores, recordamos a Dick Fosbury, que en el evento dio a conocer su particular estilo en la prueba de salto de altura y que en los años siguientes se acabaría imponiendo.

Eran los tiempos en los que en España todavía el deporte no acababa de calar en la sociedad, más allá del fútbol y las copas de Europa protagonizadas por el Real Madrid en los 50 y 60, la victoria en Wimbledon de Manolo Santana y alguna que otra medalla en disciplinas secundarias. La actuación de la delegación española hace medio siglo se puede considerar como muy discreta. Pero ya se iban sentando las bases de los éxitos que, en los años venideros, nos acarrearían tantísimas satisfacciones, como la protagonizada por nuestra Carolina Marín hace dos años, cuando se colgó el oro en bádminton.

Hace 50 años, la saca de preseas vino de vacío para nuestro país. Quizás, la actuación más digna de destacar por parte de los españoles fue la protagonizada por la nadadora Mari Paz Corominas que, con 16 años, se plantó en la final de los 200 espalda con un excelente séptimo puesto. Tres años más tarde tuvo que abandonar la competición debido a la falta de apoyos. Hoy en día, la genial nadadora catalana continúa en plena forma, como lo demostró hace unos meses al cruzar a nado el Estrecho.

Volviendo al principio, la antorcha olímpica se encendió el 23 de agosto en Atenas desde donde se dirigió a Génova. Hizo su entrada en España a través del puerto de Barcelona el día 31 para, desde allí, y tras pasar por Lérida, Zaragoza, Medinaceli, Guadalajara, Madrid, Toledo, Trujillo, Mérida y Sevilla, entre otras localidades importantes, llegar a la provincia de Huelva en la calurosa tarde del miércoles 10 de septiembre del ya mencionado año.

En su itinerario por nuestra tierra, la antorcha recorrió los pueblos de la comarca del Condado- Campiña. Engalanados para la ocasión, Manzanilla, Villalba, La Palma del Condado, Villarasa, Niebla y San Juan del Puerto fueron testigos del paso de la llama sagrada antes de su llegada a la capital onubense sobre las 20:00. Una vez en la misma, en el Ayuntamiento capitalino se efectuó una recepción oficial que tuvo como maestro de ceremonias al entonces alcalde, Federico Molina, sobre las 20:30, dirigiéndose la antorcha posteriormente hacia el Puerto para, desde allí, y antes de cruzar en transbordador el estuario del Tinto y el Odiel, dar una vuelta completa al Monumento a Colón.

Antes de llegar a La Rábida, el fuego olímpico se paseó por las calles de Palos de la Frontera, pasando por La Fontanilla, iglesia de San Jorge, vuelta a la Plaza del Ayuntamiento junto al Monumento a Martín Alonso Pinzón y, desde allí, enfiló la Avenida de América hasta llegar al monolito conmemorativo del IV Centenario donde, para la ocasión, se encendió un pebetero, siendo la llama custodiada por cuatro atletas que hicieron guardia en turnos de una hora durante la noche.

Al día siguiente, la antorcha visitó el Monasterio de Santa María de La Rábida, siendo recibida por los franciscanos y las autoridades que entonaron la Salve Marinera para, posteriormente, bajar al Muelle de la Reina. 476 años después de la partida de Colón desde el Puerto de Palos. Un descendiente directo suyo, Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, XX Almirante de la Mar Océana, fue el encargado de efectuar la última posta, subiendo la antorcha a la fragata española Princesa que partió hacia la isla de San Salvador.

La 19ª edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna se desarrolló desde el 12 al 27 de octubre. Era la primera ocasión en que la llama sagrada pasaba por España, y Huelva fue una de las protagonistas del recorrido. Hoy, en el entorno de La Rábida, el Monumento al Espíritu Olímpico, erigido 30 años después del acontecimiento, recuerda su paso por nuestra tierra.

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