Pequeños detalles | Crítica

Más allá del mal

Denzel Washington y Rami Malek en una imagen del filme.

Denzel Washington y Rami Malek en una imagen del filme.

Gran salvadora (relativa) de la taquilla norteamericana en las últimas semanas, Pequeños detalles llega a los cines españoles abiertos para reverdecer aquellos thrillers de atmósfera siniestra y asesino en serie de los 90 que tuvieron en El silencio de los corderos y Seven sus dos títulos de referencia. Un thriller que, como en el cine del propio Fincher (de Zodiac a la serie Mindhunter), despliega esa zozobra, ese enigma y ese carácter escurridizo que hace de toda pesquisa por atrapar al asesino un juego macabro que se escapa constantemente de las manos.

No trae pues esta película del aplicado John Lee Hancock (El Álamo, Al encuentro de Mr. Banks, El fundador, Emboscada final) demasiados elementos originales ni novedosos: sus personajes responden a clichés y estereotipos ya vistos, del sheriff veterano con trauma del pasado (Denzel Washington), al joven y ambicioso detective compañero forzoso de investigación (Rami Malek), pasando, cómo no, por el principal sospechoso (permitan que no revele quién lo interpreta para no aguarles la fiesta), cuyo perfil sociópata y maquiavélico permite ese constante juego del gato y el ratón que, pasada la mitad del filme, ocupa ya el meollo de la cuestión sin más elementos de distracción que el disfraz, los propios caprichos y lagunas del guion.

Los tres intérpretes lo dan todo aquí en busca de sus respectivas nominaciones al Oscar aunque a los dos primeros les falta percha para sacar más jugo a sus personajes. Por momentos se diría también que la película se autosabotea en su desarrollo narrativo, como si no supiera realmente a qué apostar una vez que ha mostrado sus cartas sobre la mesa. Con todo, Pequeños detalles consigue sostener cierto suspense y crear una atmósfera urbana convincente y, aunque suena a fórmula mixta, superada incluso ya por algunos seriales true crime, se deja ver en su trayecto por el lado incomprensible del mal y en su homenaje a cierto fatalismo propio del noir que, como no puede ser de otra forma, no se cierra de manera complaciente.