20 días en Mariúpol | Estreno en Filmin

Los límites de la barbarie

Una imagen del documental ucraniano candidato al Oscar.

Una imagen del documental ucraniano candidato al Oscar.

El más que probable ganador del Oscar al mejor documental de 2024 nos suscita no pocas dudas, reflexiones y contradicciones. Por un lado, nos secuestra y golpea directamente en el estómago en su mostración cruda de las atrocidades de la guerra en los primeros días de asalto ruso a la ciudad ucraniana de Mariúpol en el invierno de 2022. Es imposible no estremecerse con sus imágenes de cuerpos reventados, ensangrentados, mutilados o lanzados en bolsas a fosas comunes, muy especialmente con las de esos niños o recién nacidos sometidos a prácticas de reanimación no siempre suficientes para salvarles la vida.

Por otro, las estrategias empleadas por Mstyslav Chernov, corresponsal ucraniano de Associated Press, enturbian y desvían el impacto y el propósito de su filme con un despliegue de efectos que van de la lánguida voz en off que narra los episodios del asedio, la supervivencia o incluso el pillaje día a día, al uso de una música dramática y tétrica que subraya más de la cuenta.

Atrapados así entre el horror y el exceso, 20 días en Mariupol nos hace recordar aquel otro premiado documental, War Photographer, que seguía las prácticas casi suicidas del fotógrafo James Natchwey en búsqueda de la imagen de impacto que pudiera dar la vuelta al mundo para denunciar la injustica y los crímenes de lesa humanidad. Y nos lo recuerda para cuestionar los límites o la ética de la representación y el pudor del cineasta incluso cuando su propósito de visibilizar lo invisible es el más loable de todos. Tal vez demasiado volcado a esas imágenes-límite de toda guerra, se echa de menos aquí una mayor reflexión sobre sobre el papel o la distancia justa del documentalista, el reportero o el periodista ante la barbarie. El mal cuerpo ya lo teníamos garantizado.