Carnaval

Cárdenas define el Carnaval isleño como la "contrafiesta"

  • El pregonero compara las carnestolendas con la novia de la que se separó hace años pero a la que uno siempre vuelve

El pregonero del Carnaval de Isla Cristina en plena intervención, casi sin guión establecido.

El pregonero del Carnaval de Isla Cristina en plena intervención, casi sin guión establecido.

Casi sin papeles y espontáneo. De esta forma se presentó ayer Antonio José Cárdenas Rojas, pregonero del Carnaval de Isla Cristina 2018, ante el nutrido público que se dio cita en el teatro Horacio Noguera que, fiel a la cita, no quiso perderse el pregón de una de las carnestolendas más importantes de España.

El acto estuvo organizado por el Ayuntamiento de Isla Cristina y por la peña Los Espaciales, que cada año se encarga desde hace ya 18 ediciones de elegir al pregonero de la fiesta. Antonio José Cárdenas Rojas fue presentado por su propia tía, Pilar Quesada, una reconocida carnavalera del municipio que, según el propio pregonero, tuvo la "difícil misión de presentar a un impresentable".

Por otra parte, según también sus palabras, no fue un "pregón al uso, como de todas formas suele ser habitual en el Carnaval de Isla Cristina", con el que fue bastante crítico y a la vez cariñoso, y del que durante aproximadamente una hora intentó extraer sus "principales esencias", así como explicar "las ideas fundamentales" que para él conforman los "valores del verdadero Carnaval de Isla Cristina", una fiesta a la que comparó con una mujer, así como con un idilio su relación con la misma.

Tal fue así que llegó a considerarse "exnovio" de la misma, una mujer "de la que estuve muy enamorado, pero de la que logré desengancharme". No obstante, apuntó, "los gratos recuerdos siempre están ahí".

En el marco de esta metáfora señaló que fue en 1982 cuando le pidió para salir a esta particular novia, a la que durante los 25 años que duró su idilio con ella no paró de cantarle y hacerle coplas. Pero "los problemas llegaron cuando la fiesta de la alegría y la libertad por excelencia" cada vez se encorsetaba con más normas. "Empezaron mis discusiones con ella y en 2006 decidí dejarla, cuando me di cuenta de que se había convertido en todo lo contrario de lo que según sus esencias debía ser".

Doce años después de dejarla, la peña Los Espaciales "me pide que sea pregonero del Carnaval de Isla Cristina", un reto al que "no pude decir que no por tratarse de una mujer de la que en el fondo siempre estaré enamorado".

Por todo ello, entre las esencias que para él tiene el Carnaval de Isla Cristina la más importante es la ausencia de normas, al contrario que el resto de fiestas. Y es que para Cárdenas Rojas el carnaval "es libertad porque permite transformarse en lo que realmente quiere ser cada persona que lo vive". En este sentido "es la contrafiesta: el rico puede ser pobre, y viceversa, el hombre puede ser mujer, y viceversa…".

Por otra parte, prosiguió, no es una fiesta religiosa y organizada por la Iglesia, ni civil y por tanto organizada por el Ayuntamiento o cualquier otra institución, "es una fiesta muy extraña porque sale y la organiza el propio pueblo. En Isla Cristina al Carnaval lo hacen los isleños". De ahí que fuese uno de los pocos lugares de España donde se siguió celebrando como Fiestas Típicas de Invierno mientras estuvo prohibida en tiempos de la Dictadura. "Y es en esto, precisamente, en lo que nuestro Carnaval se diferencia de otros: mientras en Isla Cristina logró burlar la prohibición, en otros lugares no". De ahí que "no estar regulada forme parte de su esencia. Y es que cuando tuvo que hacer frente a la prohibición no había concurso, premios, reina, cartel, pregón…, sino que surgía de forma espontánea y totalmente libre, como reflejo de la necesidad de libertad que tenían los ciudadanos en plena Dictadura, sobre todo con el objeto de huir de dos grandes yugos: el del rol de sexos, y el de la resignación".

Cárdenas Rojas también se refirió al Carnaval de Isla Cristina como la fiesta menos clasista, ya que "no depende del dinero que cada uno tenga, sino de su imaginación, y esa no se vende ni se compra"; reivindicó el papel de las "agrupaciones malas" en la esencia de la fiesta; ensalzó la oportunidad que otorga al pueblo para expresar lo que siente sobre un escenario tradicionalmente reservado a personas ilustres; puso en valor el papel de las "letras efímeras, de usar y tirar, pero que reflejan la opinión del pueblo, de las coplas carnavaleras"; así como el trabajo de sus autores: "un humilde marinero isleño puede componer una letra que emocione mucho más que la que pueda hacer un catedrático", apuntó.

También dedicó sentidas palabras al papel y la importancia de la mujer carnavalera definiendo el concurso de agrupaciones como algo "machista", donde "lo importante no es ser el mejor, sino ganar". Por el contrario, prosiguió, la mujer no compite, sino que es competente, y su papel en el Carnaval es la misma esencia del mismo.

Finalmente Antonio Cárdenas Rojas se autodefinió como un "contracarnavalero", que según sus palabras "no se trata de una persona que está contra el carnaval, sino la que defiende el regreso a sus esencias".

Antonio José Cárdenas Rojas nació en Isla Cristina el 22 de marzo de 1969 y, según señaló Pilar Quesada en su presentación, siempre ha sido una persona "muy ocurrente e ingeniosa", que "ha mamado el carnaval desde pequeño, cuando su padre, el también conocidísimo autor carnavalero Antonio Cárdenas Cárdenas, le leía letras junto a la chimenea. Es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, como su padre, y siempre ha destacado por sus dotes artísticas como compositor, escritor, letrista o músico. De hecho, ha sido bajista del conocidísimo grupo isleño Los Antílopez y ha escrito libros.

Su estreno en el mundo del carnaval se produjo cuando sólo tenía doce años, como guitarrista en una agrupación. Desde entonces ha colaborado con numerosas agrupaciones locales y de la comarca como es el caso de Lepe y Cartaya, haciendo música, letras o tocando la guitarra. En 1997 recibió el premio al Mejor Murguista del Carnaval de Isla Cristina, al que prosiguieron otros reconocimientos y distinciones. En 1996 se desvinculó del mundo del Carnaval.

Una vez acabado el pregón, los isleños abarrotaron la Gran Vía para celebrar la Mechilloná, un gran pitisco que reúne a todos los carnavaleros en torno a la mesa para disfrutar de la jornada.

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