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Tiempo de Academia
Desde los inicios de mi carrera como docente e investigador en la Universidad en 1975 vengo defendiendo que, si es importante la humanización de las ciencias al reconocer que el científico es un ser humano cuya dicha, bienestar y felicidad está arraigada en gran parte en su desarrollo integral que debe ser obtenido de manera pluridisciplinar con otras secciones y áreas de nuestra vida, no es menos importante reclamar la cientificidad de las humanidades. Desde la Psicología se aboga por lo importante de abrir nuestras mentes a una relación permanente con los demás y no circunscribirnos a uno mismo.
Sirvan estas palabras de inicio de este artículo, con dos entregas, para concluir el curso 2018-19 en esta sección de Tiempo de Academia, ofrecida gentilmente por Huelva Información como atalaya abierta al lector en la que semanalmente los académicos hemos reflexionado en voz alta sobre diferentes áreas del conocimiento. En esta ocasión, me permito aportar humildemente un pequeño grano de arena sobre la importancia del Latín como una de las lenguas más antiguas del mundo ampliamente usada en la Antigua Roma y cuyo uso no se limitó a la antigüedad. También se hablaba en la Edad Media, Edad Moderna, cuya expansión lograda por la Roma Antigua hizo que el Latín fuera la lengua oficial del Imperio. El latín es el idioma oficial de la Iglesia católica.
Hace unos días, como caído del cielo, llegó a mis manos el libro de Emilio del Río, doctor en Filología Clásica por la UCM y profesor titular de Filología latina en la Universidad de la Rioja, Latin Lovers. Pone énfasis en que la cultura clásica está de actualidad y “… es imprescindible para entender mejor el mundo en que vivimos y también para comunicarnos mejor, al arrojar luz sobre nuestras raíces y sobre nuestra lengua…” (E. del Río, 2019).
Latin Lovers, la lengua que hablamos, aparece en la portada de este excelente libro que nace como consecuencia de plasmar en papel la experiencia llevada a cabo en el programa de RNE, No es un día cualquiera, conducido por Pepa Fernández, en la sección coordinada por Emilio del Río, denominada Verba Volant (Las palabras que vuelan) en la que “… a través de explicaciones semanales a través de las antenas de radio lograron cautivar a la audiencia presentando una lengua como un mundo apasionante, un viaje en el túnel del tiempo para observar con nuestra mirada de hoy la civilización romana, comprender sus costumbres y entender de dónde proceden nuestras palabras, y por tanto nuestras ideas …” (Pepa Fernández-Prólogo, Latín Lovers, 2019).
Leyendo el texto con detalles, en su segundo capítulo, el autor contesta a la siguiente pregunta: ¿Qué han hecho los romanos por nosotros? A partir del texto humorístico que aparece en la película La vida de Brian, de necesaria e imprescindible visión, inteligentemente nos muestra que el Latín y la cultura clásica están vivas.
Soy partidario de implementar en los planes educativos universitarios de ciencias la asignatura Latín, y lo afirmo porque existen razones de peso por las que las ciencias emplean raíces griegas y latinas. En Grecia se originaron los primeros tratados científicos con una terminología utilizada, ulteriormente, por los romanos, cuyo vocabulario mantuvo muchas raíces griegas. En Europa, el Latín fue la lengua universal utilizada por la Iglesia y el idioma en que fueron redactados todos los documentos escritos.
En la actualidad nos puede llamar la atención al pretender que un científico ya sea francés, italiano, griego, belga, español o inglés, desarrolle su curriculum investigador en Latín, pero en la Edad Media y el Renacimiento este era el único idioma en el cual podían entenderse todos, que tenía un vocabulario común y una ortografía aceptada. Newton y Leibnitz, que inventaron el cálculo infinitesimal, lo describieron y lo dieron a conocer en Latín. Los primeros pasos en Física Experimental, que se atribuye a Galileo, fue descrita en Latín. El Discurso del método para dirigir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias (título completo del Discurso del método) no es solamente la obra fundamental del filósofo francés René Descartes; ha sido juzgada además como el hito que marca el final del Escolasticismo y el inicio de la filosofía moderna. Philosophiæ naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de la filosofía natural), también conocido simplemente como Principia, es la obra publicada por Isaac Newton, que recoge sus descubrimientos en mecánica y cálculo matemático. Este trabajo marcó un punto de inflexión en la historia de la ciencia y es considerada, por muchos, como la obra científica más importante de la historia.
Durante la Edad Media la ciencia en Europa pasó a segundo plano ante la religión y los eruditos se dedicaron a disquisiciones teológicas más que a las ciencias naturales. El vacío lo llenaron los árabes, que tradujeron los libros griegos y llevaron las matemáticas modernas a Europa. El nombre de álgebra viene del árabe Al jebr que significa unir partes rotas. El famoso tratado de Muhammad ibn Musa Al-Khwarizmi Kitab al-Jaber W’al-Muqabala es El libro de la reintegración y reducción que introdujo el Álgebra y los Números Arábigos en Europa.
A partir de aquí voy a intentar, con la brevedad que exige la sección, dar una respuesta a la cuestión: ¿Es o no el Latín una/la lengua olvidada por excelencia para el científico? ¿En la actualidad cuál es la lengua oficial de las ciencias? ¡Será en la siguiente entrega!
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