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Tras la huella de las 15 Rosas deGuzmán

  • El equipo cree que la zona en la que se ubicó la fosa fue "removida, vaciada y rellena con una capa de piedra de pizarra triturada", tal vez durante las obras de 1973 y 1974

No pudo presenciar las primeras catas. En octubre de 2014 José Domínguez Álvarez, conocido como Pedro El Sastre, ya no vivía. Pero su sufrimiento e historia, que cobró forma de libro de la mano del periodista Rafael Moreno en Perseguidos, editado por la CGT, nunca será olvidado: su historia pervive en el primer capítulo de la publicación y en el corazón de muchos familiares y vecinos.

José rescató para la historia un funesto episodio: el asesinato de 15 mujeres en el pueblo y que han pasado a la historia como Las Rosas de Guzmán, entre ellas su madre, María Blasa. Nueve mujeres secuestradas, vejadas y asesinadas en Puebla de Guzmán, a las que siguieron otras seis fusiladas en el cementerio de la localidad andevaleña sin juicio ni prueba alguna en su contra.

La lucha de Pedro y las investigaciones de Moreno contribuyeron a que el Ayuntamiento de Puebla de Guzmán, ante la petición de familiares de represaliados, apoyara una intervención en las fosas del cementerio, de cara a la localización y exhumación de los restos. Así nació un proyecto que fue presentado a la Dirección General de Memoria Democrática tras ver la luz en unas jornadas de la Amhyja (Asociación de Memoria Histórica y Justicia de Andalucía).

Tras su aprobación, dio comienzo la intervención arqueológica en el cementerio viejo. La búsqueda comenzó en octubre de 2014, con el objeto de localizar las cuatro fosas registradas en el Mapa de Fosas de Andalucía. Sin embargo, la intensiva búsqueda efectuada en toda la superficie del cementerio ha sido infructuosa y los resultados no han sido los esperados, ya que no se ha llegado a localizar ninguna de las fosas registradas.

"Estuvimos buscando con maquinaria en todo el recinto pero no apareció ningún indicio de fosa alguna en la que pudieran aparecer restos que hubieran sido ocultados o que tuvieran signos de violencia", explica Elena Vera. ¿Qué ocurrió en el camposanto para que la memoria fuera arrasada? ¿Dónde están los restos de tantos represaliados? ¿Pudo ser arrasado de manera clandestina?

Según la arqueóloga, los trabajos fueron complicados. No en vano, el cementerio está "muy removido", ya que a lo largo del siglo XX fue muy intensa la actividad en este pequeño camposanto en funcionamiento desde mediados del XIX. Los expertos se encontraron con superposiciones de sepulturas desde los dos metros y pico hasta la superficie, algo habitual en estos casos. Porque en los cementerios, tal y como asegura la arqueóloga, es muy complicado hacer excavaciones y separar los enterramientos de personas que pudieron haber sufrido muerte violenta de los enterramientos que están de forma normalizada.

Según el mapa y los testimonios orales recogidos en investigaciones, existía una primera fosa "bajo los nichos del muro sur y a lo largo de este, siendo la más larga, ya que se situaría entre los muros laterales". Los testimonios aseguran que "ponían a los hombres al borde para que cayeran dentro al fusilarlos". Así lo explica la memoria que, bajo el título La represión franquista en Puebla de Guzmán. Investigación histórica, arqueológica y antropológica. Resultados, han realizado Elena Vera, Juan Manuel Guijo y Elisabet Conlin.

Entre el número indeterminado de fusilados había al menos ocho de San Silvestre: Antonio Fortes Jiménez, Antonio Fortes Pérez, Manuel Rodríguez González (padre), Miguel Rodríguez Jiménez (hijo), Diego Rodríguez Rodríguez, Manuel Magro Sequera, Antonio Rodríguez Ortiz y Sebastián Martín Rodríguez. La única modificación que habría sufrido este espacio sería la construcción de un bloque de nichos en el rincón sureste en años del franquismo.

La segunda fosa, según el informe, estaría en la esquina noroeste del cementerio, en el espacio libre entre dos bloques de nichos donde hoy día hay un grifo con su desagüe. Se desconoce el número de personas que podría estar enterrada, tan sólo se tenía constancia de que "habría personas de Paymogo". Inicialmente esta fosa común se localizaría en la zona externa del cementerio de 1936, junto al muro oeste que cerraba el camposanto. Tras los trabajos de sondeo, los expertos han concluido que, al encontrarse fuera del cementerio en el momento de enterrar a las personas represaliadas, la fosa podría localizarse ahora "bajo la tapia oeste en la esquina noroeste" del camposanto.

La tercera fosa, según los testimonios, sería muy profunda, de tres metros de ancho y bastante larga, situada en el centro del cementerio. "El antiguo enterrador comentaba que había excavado tumbas de hasta 1,75 metros de profundidad en esa zona sin hallar nada. Sin embargo, notaba que la arena había sido removida", especifica el documento. Se decía que en esta fosa se hallaban personas de Puebla de Guzmán, al menos 27 hombres fusilados en la Curva de la Muerte y, quizás, las 15 mujeres que fueron fusiladas dentro de la población. El único cambio que ha sufrido esta zona el cementerio ha sido "la continua realización de sepulturas en tierra, por lo que no se sabe hasta qué punto pudieron afectar a los restos de represaliados de la Guerra Civil".

Con respecto a esta fosa, según recuerdan los expertos, se da una contradicción, ya que otros testimonios aseguran que las Rosas de Guzmán fueron enterradas "entrando en el cementerio a la izquierda, bajo uno de los dos pandos de nichos construidos en 1973 o bajo la calle que separa ambas construcciones". De esta forma, los testimonios mencionarían cinco fosas y no cuatro, tal y como consta en el Mapa de Fosas.

Aunque los resultados obtenidos en este caso también han sido negativos, la memoria indica que el registro llevado a cabo en los sondeos mecánicos realizados permite establecer que la fosa que podría contener los restos de las 15 mujeres asesinadas en la calle de la Peña y en el callejón de la Fuente Vieja "sí podría haber estado situada en el lugar donde recordaban muchos vecinos de Puebla".

En el patio IV, en el sector noreste, entrando en la zona izquierda del cementerio, junto al panteón de la familia Gómez, era el lugar donde, según los testimonios orales y la documentación existente se ubicaba, pero allí no se ha encontrado ningún resto que pudiera permitir identificar la fosa de las mujeres. "La zona había sido removida, vaciada y rellena con una capa de piedra de pizarra triturada, vaciado que pudieron llevar a cabo en las obras realizadas en los años de 1973 y 1974 para la construcción de los pandos de nichos nuevos", concluye el informe.

"Nosotros pensamos que los movimientos de principios de los 70, antes de la Transición, arrasaron con las fosas. No tenemos ni idea de qué pasó con esos restos. Hay constancia de la obra que se hizo, pero no de remodelaciones de tierra ni de lo que se hizo con los restos que pudieron encontrar", explica la arqueóloga.

Por último, en una zona baldía sin ningún elemento construido encima, localizada en la esquina sureste del cementerio, se ubicaría la cuarta fosa. Al parecer no se conocían más datos sobre las víctimas pertenecientes a esta fosa, aunque se suponía que eran "de otros pueblos del entorno". Tampoco en este caso los expertos localizaron el enterramiento.

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