Provincia

Ayamonte recibe sesenta años después a la Virgen de Fátima

  • La llegada de la Virgen de Fátima a Ayamonte en 1948 constituyó todo un acontecimiento. Vinieron peregrinos de todos los lugares. Desde Madrid se tuvieron que incrementar los trenes.

LA ciudad de Ayamonte vivía el viernes 9 de enero de 1948 una de las jornadas que han pasado a la historia. Hasta el cardenal de Sevilla, el doctor Segura, acudió al embarcadero del Puerto para recibir a la Virgen de Fátima que llegaba desde Vila Real de Santo Antonio. Hoy se conmemorará el sesenta aniversario de aquel acontecimiento y la Virgen de Fátima se espera que llegue de nuevo a la orilla española desde la vecina Portugal, a las 21.30 horas .

Aquella visita constituyó un acontecimiento que trascendió fuera de Ayamonte, no sólo se expandió por toda la archidiócesis hispalense, a la que entonces pertenecía la provincia de Huelva, sino que acudieron miles de peregrinos desde todas las provincias españolas que llegaron en el tren de Madrid, Renfe tuvo que duplicar el servicio con dos trenes, el habitual de las doce de la noche y otro que salió de madrugada. Incluso días antes el arcipreste Julio Guzmán solicitaba más trenes de Huelva a Ayamonte y "un auxilio de gasolina a empresas y transportistas para facilitar la visita a Ayamonte el día nueve".

El cardenal Segura llegó a Huelva el día antes, alojándose en el Asilo de Ancianos, para partir a primeras horas de la mañana del viernes , acompañados de las autoridades provinciales de Huelva y Sevilla. El resumen quedaba en letras impresas: "Ayamonte ha vivido momentos de emoción y entusiasmo indescriptible ante la visita de la Santísima Virgen de Fátima que, por unas horas, ha sido huésped de honor de esta bella ciudad, recibiendo el homenaje rendido de sus hijos".

Sobre las diez de la mañana el cardenal Segura acudió con el alcalde de Ayamonte hasta el muelle para recibir a la Virgen, acompañados por una multitud. La imagen venía desde Vila Real en el barco Rival, artísticamente engalanado, acompañándola el obispo de Faro, doctor Marcelino Blanco, el alcalde de Vila Real y un gran séquito portugués. Le escoltaba a flota pesquera adamantina engalanada con banderas. Los concejales ayamontinos la desembarcaron a hombros, mientras el cardenal Segura pronunció un emocionado mensaje de bienvenida y el coro de niños de la Escolanía de la Virgen de los Reyes interpretaba el himno de salutación. Se ponía en marcha la comitiva procesional para dar comienzo a una intensa jornada . En la plaza de la Laguna se había levantado un artístico arco de flores, aquí fue donde el alcalde de Vila Real de Santo Antonio entregó la imagen a la primera autoridad ayamontina, el alcalde Joaquín Gutiérrez Blanco. Hubo discursos y la procesión seguida por miles de personas continuó hasta la plaza de la Ribera, donde se celebró la misa de comunión a la que acudieron miles de fieles, llegando hasta los pies de la Virgen numerosos enfermos. Terminada la misa, comenzó otra de medio pontifical pontifical presidido por el cardenal Segura. A las cuatro de la tarde comenzó una brillante procesión en la que participó una gran multitud, recorriendo las principales calles de la población. Finalmente la comitiva se dirigió al muelle, siendo de nuevo embarcada en el 'Rival', la población permaneció aquí hasta que llegó a la costa portuguesa.

De aquel encuentro de Ayamonte con la Virgen de Fátima aun queda el recuerdo impreso como el de Francisco Montero, quien dijo: Ayamonte ha vivido intensos momentos de fe mariana. Sus blancas calles, estuvieron engalanadas como nunca, se alzaron todas ellas para ofrecer un digno altar a la Virgen de Fátima". En tierra española "los cánticos se dilataban hasta lo infinito". "La Virgen de Fátima paseó triunfante por las calles de Ayamonte bajo arcos de flores. Ella, la más hermosa flor, el más bello clavel de entre los claveles blancos". Allí decía que le esperaban los enfermos y los desgraciados de vísceras rotas y los tullidos para implorarle remedio a su mal". Francisco Montero concluía: "El espectáculo nos hizo estremecer y confiar. La Virgen sonreía y los enfermos y tullidos, también".

Lo mismo que Manuel Feria Sousa quien decía que: "Cuantos fuimos testigos de la llegada a Ayamonte de la Virgen de Fátima guardaremos hasta el fin de nuestras vida el paseo solemne, río adentro, desde el Villa Real hermano hasta la tierra ayamontina, de la milagrosa imagen", la marcha hacia Portugal , tuvo "una emoción más honda, más íntima. Las sirenas volvieron a resonar sus himnos... Ayamonte, nítido y gozoso agitó sus pañuelos...".

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