La otra orilla

La verdadera desigualdad

Un país digno y decente debe preocuparse por los más débiles y promover políticas públicas de empleo y vivienda

Estos últimos días hemos asistido a numerosas protestas por la ley de amnistía pactada por el gobierno de Pedro Sánchez y los independentistas catalanes, ha habido insultos al gobierno, al rey –quién nos lo iba a decir–, a Puigdemont, a Pedro Sánchez, etc. Se han dicho muchas cosas: que la ley es anticonstitucional y que consagra - cual sacerdote católico - la desigualdad entre españoles.

Y ahí es donde me gustaría entrar. La desigualdad, la verdadera desigualdad, no depende de una ley de amnistía, sino de un sistema que busca que los que más tienen obtengan mayores beneficios. Según el último informe de Cáritas sobre la desigualdad y la pobreza tener trabajo ya no sirve para no ser pobre. Los salarios se han devaluado, la inflación ha subido por encima de los mismos. Vivir es muy caro. Es más cara la vivienda, es más cara la electricidad, es más caro el gas y es más caro alimentarse.

Desde 2008, los salarios han subido un 12 por ciento, pero los gastos de techo, comida y servicios han subido un 30 por ciento. Por poner solo tres ejemplos: el aceite ha subido un 64 por ciento, la leche un 43 y la fruta un 27. El 16,8 por ciento –3 millones de personas– está por debajo del umbral de la pobreza. En 2018 eran 1800000 españoles, el 9,9 por ciento de la población.

Un país digno no puede soportar esto. Un país digno y decente debe preocuparse por los más débiles, debe promover políticas públicas de vivienda, de empleo, de redistribución de la riqueza, ayudas sociales efectivas, tendentes a propiciar una vida digna para los más empobrecidos. Según la Red Europea contra la pobreza tener trabajo ya no es suficiente para salir de la pobreza. Uno de cada tres pobres tiene trabajo y uno de cada seis tiene un título universitario.

Este sistema no protege, genera angustia, desesperanza y miedo. Urge transformarlo para generar esperanza, solidaridad y trabajo digno con salarios dignos. Eso debería debatirse en la investidura, por eso sí merece la pena manifestarse y pedir la igualdad de todos los españoles y españolas. Basta ya de pamplinas nacionalistas.

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