La libertad según Margarit

Del poema 'Libertad' de Joan Margarit: "Libertad es… un rey saliendo en tren hacia el exilio"

En estos días, so pretexto de la libertad de expresión, grupos nocturnos de vándalos se apoderan de las calles, destrozan lo que encuentran a su paso y atacan salvajemente a las fuerzas de orden público, contando con el descarado respaldo de representantes cualificados de un partido que participa en el gobierno de la nación. Las declaraciones al respecto de algunos políticos están cuidadosamente calculadas en función, no de la ética, sino del puro interés partidista. Teniendo en cuenta que diversas ciudades de Cataluña son el escenario favorito de los antisistema violentos, puede ser oportuno recordar el pensamiento de un apasionado de la auténtica libertad, el gran poeta catalán que nos acaba de dejar, Joan Margarit.

Margarit escribía en catalán porque era en su idioma materno como mejor se expresaba; luego traducía sus poemas al español. En alguna ocasión dijo: "No quise renunciar al castellano porque es lo único bueno que nos dejó Franco". También que "Franco me impuso un idioma a la fuerza y no se lo voy a devolver ahora". Uno de sus poemas más famosos se titula precisamente Libertad. Algunos de sus versos la cantan así: "Es la razón de nuestra vida (…) La libertad es hacer el amor en los parques (…) Las palabras República y Civil. / Un rey saliendo en tren hacia el exilio (…) Una forma de amor, la libertad."

La concesión del Premio Cervantes en 2019 a Joan Margarit, sin restarle sus evidentes méritos, pudo estar influida por su condición de poeta bilingüe, como gesto conciliador del Ministerio de Cultura hacia una Cataluña escindida, que le favoreció frente a otros candidatos. Pero para gesto reseñable, el suyo en el acto de entrega del premio, ya en época de pandemia. A quien viera las imágenes en la televisión le habrá sorprendido, espero que gratamente, la escena distendida en la que un Felipe VI sonriente imitaba con sus brazos el gesto de un abrazo, como lamentando que las medidas preventivas no permitieran el contacto físico; mientras, el poeta le correspondía con otra sonrisa acompañada de una reverencia que podría calificarse de versallesca. Añadamos a esto su declaración "el que una persona venga de Madrid solo para darme el Premio, eso aquí (en Barcelona) no me lo habían hecho nunca". Pruebas palmarias de que la cortesía y hasta la cordialidad son compatibles con radicales discrepancias políticas. Muchos deberían tomar ejemplo.

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