Habrán advertido en esas encuestas que se hacen solicitando la opinión de los ciudadanos sobre cualquier cuestión, últimamente de manera insistente sobre el problema de la escandalosa subida de precios o cualquier otro tema de actualidad y singularmente de sucesos trágicos, inundaciones, terremotos y otras catástrofes, las respuestas, especialmente de las mujeres, salvo raras excepciones, no suelen expresar la verdadera dimensión del siniestro, cuando no se contesta con gestos desenfadados y conformistas. Quizás ese conformismo, esa paciente aceptación, corresponda también a su actitud política y postura electoral, sobre todo si instalado en un área de confort, relativo bienestar o posición medianamente desahogada, mantiene una dinámica inalterable ante las urnas: votar siempre a los mismos. “Más vale lo malo conocido---".

Y en esta España, alegre y confiada, no la de las colas del paro, del hambre o de la atención de la Administración, que ignora a sus administrados, que se debate en disparatadas investiduras e inquietantes alianzas de un gobierno, en funciones pero autoritario e intervencionista como el que más, dispuesto a aliarse con un insurgente nacionalista, fugado de la justicia y dinamitar el orden constitucional y la integridad del país, aparte de no aclarar sus planes, falsea la realidad o nos miente descaradamente. Y con él cuantos en el ámbito de la información, consienten o le siguen el juego. El clamor es general: “Nos toman por tontos”. Y en la mayoría de los casos se acepta con una increíble conformidad.

Porque este país, con la perspectiva que nos brindan las últimas vicisitudes y su creciente empobrecimiento en lo económico y en lo democrático, presidido por un gobierno más preocupado en su propia supervivencia y en mantener el equilibrio de una coalición disparatada, alienante y dividida que en conseguir la normal convivencia y bienestar de los ciudadanos, merced a unas perversas matemáticas parlamentarias, nos ha conducido a esta alternativa siniestra: investidura o amnistía, referéndum y cuanto quieran los independentistas. Y cuando el presidente del gobierno. sus ministros y destacados miembros del partido se han desgañitado proclamando su total negativa a tal chantaje, asistimos ahora a un sospechoso silencio o discreción, que obstruye la trasparencia que debe a los ciudadanos Y siguen pensando: “Nos toman por tontos”

Lo ha dicho hasta el presidente de Castilla La Mancha, el socialista, Emilio García Page: “lo primero que me molestaría es que nos tomen por tontos. A mí también. Éste es un momento grave para la política española. Desde mi punto de vista es uno de esos momentos que se quedan grabados en la retina colectiva. Esto sí que es hacer historia. Soy muy contrario a la decisión del gobierno. Insisto: Muy contrario. Y el que un Código Penal se pacta en dos cafés o en dos charlas en el último minuto sin ningún informe jurídico, literalmente vulnera los cinco años que invertí en mi carrera de Derecho”.

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