De niño cuando leía, fui un lector demasiado precoz, me perturbaban las novelas de Fedor Dostoyevski, lo cual no impedía que las leyera con insaciable fruición. Más tarde me deslumbró el impresionante y muy breve capítulo en el que el gran novelista, ensayista y biógrafo Stefan Zweig, cuya lectura recomiendo imprescindiblemente, narra en su libro "Momentos estelares de la humanidad", el instante en que el genial escritor ruso es indultado cuando un pelotón de fusilamiento se dispone a ejecutarle. La cita me surge del último Diario, que semanalmente envía a sus muy numerosos amigos y colegas desde Colonia (Alemania), donde vive, mi entrañable amigo, compañero y extraordinario escritor, Ricardo Bada. Escribía Dostoyevski (1821-1881): "Llegará un día que la falsa tolerancia será tan intensa que se prohibirá pensar a los inteligentes para no ofender a los imbéciles".

Desgraciadamente el día ha llegado porque si España pudiera ser lo que ha sido en buenos tiempos democráticos de inmediato pasado, con las habituales fricciones del normal proceso democrático, comparable al pulso regular y controlado de su actividad política, todos estaríamos libres de este continuo asalto de interminables y atosigantes imposturas, vergonzosas mentiras, intolerables chapuzas, inconfesables supercherías, manipulaciones interesadas, "efectos indeseados" e incesante deconstrucción del orden constitucional. Entre tantos desatinos la Ley Orgánica de la Libertad Sexual, la llamada "del solo el sí es sí", una fatal consecuencia del sectarismo ideológico que nos acosa, ha supuesto una conmoción que, además de sus nefastos efectos jurídicos, ha servido de elemento disuasorio de otros problemas que afectan muy sensiblemente al país y que el gobierno no sabe afrontar.

El ejecutivo, que quiere dar marcha atrás a esta desdichada ley, como así la califican los que de verdad saben del tema, corrige ahora el error que cometió aprobándola. Entre otras bastardas concesiones le sirvió para contar con los apoyos necesarios para aprobar los Presupuestos Generales y pasó por alto las desastrosas consecuencias de su aplicación. Ello ha provocado esta grotesca situación, un auténtico esperpento, en una coalición - más parece colisión -, en un gobierno dividido y enfrentado, en su propio consejo, en las sesiones del Congreso y en las disensiones evidentes en cuantas manifestaciones hacen unos y otros en los medios de comunicación, sobre todo en aquellos que le resultan más acogedores y suavizan o silencian las réplicas que deben ser inmediatas ante tan engañosas y manipuladas respuestas.

En esta Babel donde se polemiza sobre violadores y perros y se ocultan los dramáticos problemas que apremian a muchos españoles, el gobierno mete prisas a la reforma o rectificación del error cometido con la discutida ley. ¡Cuidado! No procede la vía de urgencia si no está avalada por los órganos consultivos y garantizada la legalidad y respeto a la Constitución.

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