Exigencias morales

Hay que repudiar todo aquello que impida el disfrute de la libertad y de los derechos

Anivel coloquial es frecuente que agresión y violencia se empleen como sinónimos. Sin embargo, en la literatura académica, aunque no siempre, se suelen diferenciar, circunscribiéndose el último a los seres humanos, cuando se persigue la consecución de fines que no atienden a la razón, la ética o la justicia. El primero tendría un carácter adaptativo relacionado con la supervivencia, lo que le otorga un papel aceptable cuando una parte pone en peligro a otra. Ahora bien, actualmente ni siquiera la agresión tiene sentido. Nuestras facultades han desarrollado normas, modos de convivencia, filosofías morales y leyes que deberían permitirnos ser libres y respetados. Pero no, queda mucho por lograr. Se sabe que las utopías son inalcanzables pero eso es una cosa y otra muy distinta el que se produzcan retrocesos en las metas que proponen. A un nivel macro, es obvio que estamos peor que antes con respecto a la violencia. Más o menos controlado el terrorismo de tipo local en muchos países, hemos pasado a uno internacional con el que prácticamente todos somos objetivo. Por desgracia, en muchos países de mayoría musulmana hay con regularidad atentados en mercados, calles, colas y allí donde se concentre gente, con la consiguiente muerte de seres inocentes. Tampoco se salva Occidente; lo último ha sido la abominable explosión en Manchester que ha truncado la vida de asistentes a un concierto, sobre todo, niños y jóvenes.

Si nos concentramos en lo micro tampoco el panorama es halagüeño. En este sentido, hay quien podría afirmar que ha habido épocas peores. Cierto, pero las exigencias en el presente han de ser mayores y no digamos en los países desarrollados. Una muestra de lo que no debe ser la encontramos en la muerte de un hombre de 81 años, Ramón, como consecuencia del puñetazo que le propinó un conductor de 18, en un paso de cebra, por recriminarle su forma de conducir. En ese peloteo tendencioso que caracteriza a alguna gente hacia el mero hecho de ser joven es habitual escuchar eso de que tenemos la juventud mejor preparada de la historia. Pues bien, por eso precisamente, porque ha tenido acceso a una mayor información y formación que otras generaciones, es por lo que es moralmente mucho más deplorable lo que ha hecho el susodicho muchacho. Hay que repudiar todo uso de la violencia, de acoso y de todo aquello que impide el disfrute de la libertad y de los derechos. Lo malo es que la lista de tibios y colaboradores con esas lacras es muy extensa.

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