D style="text-transform:uppercase">ebo reconocer que el Ejecutivo que ha formado Rajoy no me agrada. No me gusta en absoluto. En la vida podía imaginar que De Cospedal fuera ministra del Reino de España. Tan mal lo pasamos en 2011 y en los años siguientes que el recuerdo de aquellas palabras "en diferido" sigue latente en mi cabeza. También me ha sorprendido la presencia de Zoido en la cartera de Interior, y la de Íñigo Méndez de Vigo como ministro de Educación, de Cultura y de Deporte, además de portavoz del Gobierno, esto deja mucho que desear del nuevo Ejecutivo.

Si en España los pilares fundamentales para nuestro desarrollo y crecimiento deben ser la Educación y la Cultura, cómo es posible que se aúnen en un mismo ministerio ambas carteras. Y desde luego la simpleza del nivel intelectual de los nuevos ministros es algo sorprendente. ¿Dónde está el cambio? ¿Dónde está la regeneración? ¿Dónde están las jóvenes promesas que vienen pisando fuerte? Lo cierto es que no hay jóvenes promesas, todo es humo, humo negro.

El nivel intelectual y cultural de los políticos mundiales es lamentable. Trump y Putin son lo mismo. Pablo Iglesias y Maduro también. Pero Clinton, Rajoy o Susana Díaz igualmente. Es cuestión de nivel. Me dicen unos lectores que se está produciendo un cambio, que vamos para atrás en vez de ir hacia delante. Y les pregunto ¿Y no será que hemos ido hacia delante de forma muy rápida y sin analizar las consecuencias?

El mundo dice, y reitero dice, que se llevó una sorpresa muy grande con el Brexit. Y aún más con la victoria de Donald Trump en la Casa Blanca, pero el mundo no vota, lo hicieron los electores de Gran Bretaña y de Estados Unidos, ellos han decidido con su voto, con su última palabra. Y esto, señoras y señores, es cuestión de nivel, simplemente de nivel. Veamos, decimos que nos llevamos una sorpresa por algo que no nos atañe pero que nos afecta, pero lo decimos con la boca pequeña, nuestro nivel intelectual está cambiando: ya no se escriben cartas, apenas se lee, no nos miramos a los ojos…

El mundo se va al carajo y a cámara lenta, pero debemos estar aquí para agarrarlo, o al menos para intentar elevar el nivel que ellos no tienen y que nunca han tenido porque nuestra rapidez, sólo la rapidez de un mundo inconsciente, nos ha llevado a esto. La verdad no tiene límites, otorga nivel. Si mi madre viviera me diría aquello de que siga leyendo a ver si cambiamos el mundo.

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