Estamos contra la guerra, ¿cómo no vamos a estarlo? Contra la guerra de Ucrania, que se cuela hasta el salón de casa y nos inunda como el agua de la presa de Jersón, y contra las guerras invisibles que los medios silencian o los políticos olvidan. Quisiéramos gritar lo evidente: que los motivos de cualquier conflicto bélico nunca podrán justificar sus efectos. Quisiéramos acabar con el sinsentido de la destrucción humana. Pero no sabemos que estamos facilitando las guerras y sosteniendo a quienes las inventan.

Esto he pensado al darme de bruces con mi huella en armas. Porque igual que existe una huella ecológica que mide el impacto de mi forma de vivir sobre el entorno, también sucede que mis ingresos tienen efectos en la industria armamentística. ¿Cómo, yo financiando armas? ¡Nunca se me ocurriría! No, pero a mi banco sí se le ha ocurrido. “Huella en armas” es el nombre de una web y aplicación móvil que promueve el Centro Delás de Estudios para la paz; en ella se puede localizar la entidad bancaria en la que tienes dinero y aparece desglosado lo que invierte esta en armamento. La realidad es demoledora y puede contrastarse después con información aparecida en prensa.

Así que con mi dinero y el tuyo se siembra destrucción sin que tengamos conciencia de ello. Las inversiones en armas son una práctica ampliamente extendida en el sector financiero porque la guerra es un gran negocio. ¿Mejor pasar de puntillas, mejor callar…? Eso es lo que hace el gobierno, por ejemplo: un gobierno progresista que en lo que va de año ha aprobado más de diez mil millones de gasto militar extra (aparte de lo presupuestado, que ya era un 26% más que el año anterior), y lo ha hecho poquito a poco, con disimulo y sin publicidad. Otros son más impúdicos y no les importa proclamar a los cuatro vientos un discurso en sentido contrario. Como el BBVA, que ha inaugurado en la sede madrileña de su fundación un montaje artístico sobre el peligro nuclear. La obra pone los pelos de punta e invita a reflexionar sobre los límites éticos y la cultura de la paz, pero nada indica que en esa reflexión deba tenerse en cuenta que el BBVA es uno de los mayores bancos europeos en financiación armamentística.

Este cinismo es quizás lo más peligroso. También para cada uno de nosotros, porque no vale decir que no sabíamos. Ya no. No podremos acabar con la guerra pero sí tomar decisiones sobre dónde colocamos el dinero. Que no sea lejos de los valores que defendemos en conciencia.

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