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El jazz honesto de Javier Ortí

Continuando con los conciertos organizados por la federación de asociaciones de jazz de Andalucía, Asejazz, este miércoles subió a las tablas del Gran Teatro el músico de Isla Cristina Javier Ortí.

Presentó el acto Rubén García en representación de la Asociación Tom@jazz de Bellavista, un club de aficionados al jazz que es, en parte, responsable de la organización de esta serie de conciertos junto con Müzzic y el Colectivo Cultural Olontia. Rubén García hizo un repaso del estado del jazz en la provincia y las distintas oportunidades que tienen los aficionados de acceder a este tipo de música.

Javier Ortí se presentó con una formación clásica de quinteto: saxo (Javier Ortí), trompeta (Julián Sánchez Carballo), piano (Javier Galiana), contrabajo (Javier Delgado Garnacho) y batería (Nacho Megina), y comenzó el concierto interpretando tres temas de su primer disco, Intrology, publicado en 2015, para después pasar a interpretar material del que será su próximo trabajo, un disco que grabará en breve y cuyos temas, según comentó, aún no tienen título.

Como ya hizo Pablo Báez en su concierto, Javier Ortí se presentó sin amplificación eléctrica para los instrumentos. Ni los vientos ni la batería ni, por supuesto, el piano de cola usaron micrófonos. Sólo el contrabajo, por razones obvias, llevaba un pequeño amplificador. A pesar de eso, la acústica del Gran Teatro permitió apreciar todos los sonidos con nitidez. Sólo el sonido del piano, debido a su disposición en el escenario, se perdía en ciertos momentos. Una lástima porque Javier Galiana dejó breves pero buenas muestras de su versatilidad en el teclado.

Otro hecho a lamentar fue la poca afluencia de público, apenas medio centenar de asistentes en el patio de butacas, algo sorprendente dada la calidad presentada y dado que el anterior concierto del ciclo estuvo bastante concurrido.

En lo musical, Javier Ortí demuestra una gran profesionalidad sobre el escenario. Sus fraseos son precisos y se muestra muy versátil, sin necesidad de hacer un jazz explosivo o artificioso para enganchar al público; más bien al contrario, hay una constante de tiempos medios y es en los más lentos donde Ortí demuestra una personalidad más interesante, mostrándose sutil, colorido, especulativo, y demostrando que, incluso con un instrumento tan potente como el saxo tenor se puede hacer un jazz sutil y atractivo.

Los temas se suceden con naturalidad, sin demasiados altibajos, ya que todos están compuestos por Javier Ortí y se nota un estilo propio, con una voz común y líneas distintivas en las que los solistas pueden expresarse por separado. Las intervenciones al unísono de los vientos suena hardbop. El público, entendido, aplaude los solos. Entre los músicos, destaca inevitablemente Nacho Megina en la batería, el sostén del grupo durante todo el concierto, imparable, enérgico y preciso, absolutamente jazzístico. Megina tiene un solo de batería inmenso y muy aplaudido pero no lo necesita: destaca durante todo el concierto. Poco protagonista pero también destacable Javier Galiana al piano.

Javier Ortí dio las gracias antes del último tema. Recordó sus eventos anteriores en el Gran Teatro, desde las audiciones del Conservatorio de Huelva hasta sus colaboraciones con grupos de Huelva. El final, con el tema Deep Blue, fue una continuación de todo lo anterior: una expresión de fuerza contenida, con intervenciones de los solistas, y dejó la sensación de que el concierto se había hecho corto, demasiado corto.

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