La RSC de los autónomos es un motor económico
Las iniciativas de RSC deben considerar seriamente la sensibilización de los trabajadores por cuenta propia con las prácticas sostenibles de gestión, y las administraciones facilitar su viabilidad
La Responsabilidad Social Corporativa es un modelo de gestión que ha dejado de ser emergente. La RSC se consolida y adquiere un papel cada vez más relevante para el éxito y persistencia de las iniciativas empresariales, independientemente de la personalidad jurídica o el tamaño de esas empresas. Y los autónomos no están ajenos a estas nuevas exigencias del mercado y de las administraciones. No sólo eso. Como ya hemos compartido varias veces, los autónomos y las pymes, por simple mayoría, son la llave real del cambio. Por eso, sensibilizarles y facilitarles el camino en el compromiso con la RSC es una forma de dinamizar la economía y aumentar los beneficios globales que a todos los ciudadanos nos ofrece este estilo de gestión de los negocios.
RSC y autónomos: un matrimonio necesario
Los autónomos son pequeñas unidades de negocio que suponen, junto a la pequeña y mediana empresa, el mayor grosor del tejido productivo en la mayoría de países en el mundo. Según los últimos datos oficiales de España, el año 2016 se cerró con un nuevo incremento de altas en el Régimen General de Trabajadores Autónomos y se alcanzó la cifra de 3.194.210 personas. Ha sido el cuarto año consecutivo de crecimiento. Y eso que no es nada fácil navegar en esta categoría laboral. Bien lo sabemos los que nos hallamos inmersos en la aventura del emprendimiento personal.
Por otro lado, la RSC toma cada vez más fuerza como criterio de gestión en las empresas, tanto a nivel legislativo como a nivel práctico. Son evidentes las crecientes exigencias legales en materia social, ambiental y laboral, o en la mejora del control y gestión internos de los negocios, y también en la forma en la que se pone en valor todo eso. Y es que un modelo económico sostenible que garantice la sostenibilidad del modelo -valga la redundancia-, requiere del compromiso de todos los agentes económicos y sociales, especialmente de los que son mayoría: autónomos y pymes.
Las claves indispensables son informar, sensibilizar y facilitar
No es fácil explicar de forma simple la RSC y su eficacia para generar valiosos beneficios tangibles e intangibles para los negocios y para la sociedad. Pero es necesario hacer el esfuerzo por una cuestión de lógica aplastante: si las pymes y los autónomos no la entienden y no la perciben como una ventaja, no la van a considerar, y si la fuerza económica mayoritaria no considera la Responsabilidad Social Corporativa, la sociedad no va a ser sostenible. No creo que deba ser tremendista ahora y recordar qué pasará si la sociedad no es sostenible.
Por eso creo que es necesario que la multitud de organismos y entidades que regulan los diferentes procesos de Responsabilidad Social Corporativa, incluidas las administraciones públicas, hagan un mayor esfuerzo informando sobre qué es la RSC y para qué vale.
Además, es importante que se impulse, que impulsemos, iniciativas de sensibilización para comprometer a consumidores y pequeños productores de bienes y servicios en esta nueva filosofía de los negocios. Y sobre todo, es fundamental que se desarrollen legislaciones, programas de incentivos al emprendimiento y medidas de apoyo coherentes con el sector que mueve la economía y el empleo, y que no son las grandes empresas.
Dejemos los brindis al sol, las palabras de moda ininteligibles y las declaraciones de buenas intenciones. Centrémonos en lo importante: impulsar un modelo de gestión viable en el presente que no hipoteque el futuro. Eso es sostenibilidad y desarrollo económico. Y necesitamos a los autónomos.
Las ventajas de pymes y autónomos en la RSC
Por su naturaleza y por su pequeño tamaño, las pymes y los autónomos tienen muchas ventajas frente a las grandes organizaciones a la hora de aplicar la Responsabilidad Social Corporativa y beneficiarse de sus efectos. La primera suele ser la cercanía entre directivos y trabajadores, o entre autónomo y colaboradores, que puede facilitar mucho la gestión coherente de los recursos humanos, y hace más fluida la necesaria y productiva comunicación con el principal público de interés de cualquier empresa. La segunda es un conocimiento más certero de la realidad, necesidades y problemas del entorno en el que actúa, donde están la mayor parte del resto de sus públicos de interés, con los que, además, las pymes y los autónomos suelen tener relaciones más cercanas y de mayor calidad: clientes, proveedores, instituciones, competencia, vecinos, etcétera. La tercera es la capacidad de llegada a la hora de poner en valor y comunicar lo que hacen. No suelen necesitar grandes campañas de marketing, porque el tradicional y potente boca-boca hace la mayor parte del trabajo. La cuarta es la simplicidad burocrática y la agilidad de gestión. La toma de decisiones en estructuras más sencillas es más rápida y permite una mayor gestión o previsión de los riesgos. Esto último implica una quinta ventaja: una estructura flexible requiere mucho menor coste económico y emocional a la hora de implementar los posibles cambios o corregir los errores. ¿Seguimos? Sigamos. Es más fácil medir y constatar los resultados. Es más fácil lograr y mantener el compromiso de los trabajadores. Es más fácil alcanzar alianzas con públicos estratégicos. Es más fácil innovar. Es más fácil adaptarse a la velocidad con que cambian las circunstancias del mercado. Es más fácil hacer RSC.
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