Provincia

Huelva convierte en extraordinaria su peregrinación a la Virgen del Rocío

  • Más de 250.000 personas se concentraron en la aldea este fin de semana con motivo de la procesión, en un enorme puente por la festividad del Día de Andalucía

Luminoso como el día y fervorosa como la imagen marismeña. Así escribía ayer la Hermandad del Rocío de Huelva su presentación frente a la Reina almonteña, en una jornada en la que la primavera pareció adelantarse en el calendario.

Más de 250.000 personas se concentraron este fin de semana con motivo de la procesión extraordinaria, que en esta fecha contó con la cobertura de un enorme puente, gentileza de la onomástica de Andalucía, lo que convirtió a la aldea en epicentro de peregrinación de España y escenificó el capital humano que aporta la ciudad onubense a esta devoción.

Huelva tomó el pulso a la aldea y la Casa Hermandad abrió sus puertas para brindar hospedaje a sus hermanos y peregrinos, que quisieron disfrutar estas fechas al lado de la patrona almonteña. Durante las horas centrales de la mañana un sinfín de hermanos realizaron su ofrenda floral al simpecado, que ocupaba la modesta capilla que tiene como norte al Santuario.

A escasos quince minutos de la una del mediodía, la comitiva, formada por el presidente de la Hermandad, Juan Ferrer; el alcalde de Huelva, Gabriel Cruz; el subdelegado del Gobierno de España, Enrique Pérez Viguera; el Comisario jefe provincial de Huelva, Antonio Placer; y el General de la Guardia Civil y hermano honorario, José Antonio Hurtado; partieron hacia el templo religioso.

Durante la pequeña singladura que va desde la casa hermandad hasta el Santuario, miles de personas se agolparon en las calles para presenciar el desfile del simpecado, que minutos más tarde coronó el Santuario, momento en que las palmas rompieron en acordes para acompañar los sonidos de la flauta y el tamboril.

Las partituras en clave de sol cedieron el paso a las voces del Coro Rociero de Huelva, que dio lustre musical a una eucaristía oficiada por el director espiritual de la hermandad, José Antonio Sosa; el reverendo José Manuel Barral, que este año será el pregonero del Rocío en Huelva; y el capellán de la Hermandad Matriz, Francisco Jesús Martín Sirgo.

La aldea vivió un apoteósico fin de semana gracias a una jornada postdominical en la que coincidieron hasta 14 hermandades y asociaciones rocieras.

Huelva inició su periplo hacia tierras almonteñas el pasado sábado con una convivencia en el Gato, que aperturó la peregrinación extraordinaria. Como destacó el presidente de la hermandad, "hemos sufrido la lluvia, el viento, el frío, pero esta jornada luce un día extraordinario" para vivir esta fiesta mariana". Ya el sábado Huelva celebró el rosario que tuvo lugar a las 19:30 en comunión con las hermandades filiales.

En esa misma jornada peregrinó Espartinas, San Juan del Puerto, Las Cabezas de San Juan, y las no filiales Cartagena y Rocío de Madrid Sur. El domingo hizo lo propio Punta Umbría, Lebrija, Carrión de los Céspedes y Benacazón, que cumple en este año sus cien años de historia; mientras que el lunes le tocó el turno a Umbrete, Bollullos Par del Condado, Huelva y las no filiales Alosno y Salamanca.

Esta confluencia de importantes y señeras hermandades regaló estampas únicas a la aldea, poniendo color sepia con la llegada de Benacazón, que con motivo de su centenario se trasladó provisto de carretas tradicionales tiradas por bueyes, emulando aquel 1916 en que alcanzó tierras almonteñas, por primera vez ya como filial, para rendir pleitesías durante la Romería de Pentecostés.

Fue el particular homenaje a una fecha para descorchar recuerdos. Así, un buen puñado de rocieros pudieron vivir en primera persona cómo era una romería en una época en la que quizás faltasen carretas y trajes de faralaes, pero sobraba fervor. Esa misma devoción que Huelva ayer puso sobre las arenas para vivir algo más que un día de convivencia entre semejantes, un encuentro con el sentimiento rociero que volvió a mostrar que su grandiosidad y que no sólo se mide en Pentecostés, sino en citas como estas, en las que la aldea vuelve a quedarse pequeña y el Rocío se hace más grande.

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