Provincia

Martín Porrino llama a la unión "verdadera" de las hermandades

  • Compromiso y cercanía marcan el mensaje del pregonero de la Semana Santa

Aracena estaba ayer en varios frentes, pero no dividida. Mientras muchas personas votaban, otras en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Era Domingo de Pasión, día del pregón de la Semana Santa de Aracena, la celebración religiosa en estas fechas más importante tanto en la zona norte como en el resto de la provincia.

Aracena es así. Diferente y rica. Dispar. Patrimonial y monumental. Unida para algunas cosas y para otras no tanto. Competitiva. Luchadora. Acogedora. Y mucho más. El pregón de Alfredo Martín Porrino estuvo lleno de pinceladas, momentos, anécdotas y reflexiones. Martín se mojó una vez más. Quizás no sorprendiera por lo que dijo, no es nueva su postura en algunos temas, pero sí lo hizo público. Y eso no es fácil ni lo hacen tantos.

El pregón más breve de los últimos años o quizás el no tan largo. Técnica clásica de comienzos y recuerdos de infancia, justificaciones necesarias, orden cronológico de las seis hermandades de penitencia y mensajes para el final. Como todo pregón tuvo su presentación a cargo de su hermano; José Javier Martín Porrino, para indicar la fe, amor por la Semana Santa, pasión de costalero y profesión vinculada al mundo del cerdo ibérico. De hecho es veterinario y empresario. Actualmente es presidente de AICE Huelva, recibió en 2014 el Jamón de Oro dentro de la Feria del Jamón de Aracena, presidente de la Asociación de Empresarios de Aracena o FOE serrana, entre otros muchos.

Recordó a los que ya no están en las diferentes hermandades y bajo los pasos, y la primera levantá del pregón fue para Jesús López Rivero, joven fallecido en Aracena el pasado año, autor del cartel de la Semana Santa de este año y "compañero hasta 2014 debajo del Cristo de la Plaza". Alfredo Martín ha sido costalero de muchas imágenes de Aracena desde 1979, tanto de Cristo como marianas, y lo sigue siendo. Hoy día del Cristo de la Plaza y la Soledad, a cuya hermandad pertenece como miembro de la Junta de Gobierno. Muchas de ellas presentes ayer en la parroquia, como él mismo reseñó. Se acordó de las dos bandas cebolleras, la municipal de música y la de cornetas y tambores, alabó con sinceridad a las seis hermandades de penitencia, destacando a todas y sin pasarse con ninguna, admiró el papel de las monjas, dijo sí a los relevos bajo los pasos, apostó por mostrar las emociones en público y más aún en los hombres, la fe y la religión antes que la fiesta, aliento a los jóvenes como futuro, solidaridad y ganarse el patrimonio sacro sin deberle nada a nadie. Y abogó y pidió la unión verdadera entre las hermandades.

Martín Porrino se mostró como es; tranquilo y sincero, prosa a su estilo y con narrativa hasta simpática a veces, sin abusar del verso porque no le sale el tono adecuado. Un pregón cercano, campechano, de muchas pinceladas, sentimiento, sencillo, breve, religioso y reflexivo, sin ningún exceso y tocando casi todo.

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