Provincia

La marea del 'Agua ya' inunda Huelva

  • Miles de gargantas alzan la voz como gotas de agua para empapar la provincia de sus reivindicaciones en una de la marchas de protesta más numerosa de su historia

Es un axioma: el agua es inodora, incolora e insípida. No tiene olor, no tiene color ni tampoco sabor. Sus características físicas no admiten discusión alguna. Pero quizá, por su innegable valor, tanto desde un prisma económico como social y medioambiental, pocos recursos naturales reúnen tanta capacidad de convocatoria. Algo tendrá cuando la bendicen. Huelva lo pudo comprobar ayer. Miles de personas secundaron la manifestación convocada por la Plataforma en Defensa de los Regadíos del Condado, a cuya llamada de auxilio respondieron inundando el corazón de la capital onubense, que se encogió sobrecogido por las reivindicaciones de una comarca que clama a gritos la transferencia de agua para poder seguir irrigando de esperanza su incierto futuro.

Porque si hay alguna bandera capaz de limar las diferencias, de unir y alinear a toda una comarca, esa es el agua, el pilar sobre el que pivota la supervivencia del sector de los regadíos, del que viven en el entorno de Doñana miles de familias demandantes de una solución que, en condiciones de igualdad respecto a otros agricultores de la provincia, les permita disponer sin restricciones de recursos de riego.

Así se lo transmitió ayer al Gobierno central la multitudinaria marcha alentada por la Plataforma en Defensa de los Regadíos, integrada por los municipios de Moguer, Lucena, Bonares, Rociana y Almonte, en la que miles de voces anónimas se unieron en una sola al grito de ¡Agua ya!.

Sin distinción de clases ni condición social, de nacionalidades, de siglas políticas, de cualificación o competencia laboral, y mucho menos de localidad de origen, como si el agua los equiparase a todos, miles de personas, entre ellos numerosos inmigrantes de diversa procedencia -marroquíes, senegaleses, polacos, rumanos...- solaparon y estrecharon sus voces para exigir recursos de riego con el ensordecedor ruido de pitidos y silbatos como particular banda sonora del parto de una de las movilizaciones de protesta más numerosa que se recuerdan en la historia de la provincia.

Despuntaba el día pasadas las 08:00 cuando arribaban a los aledaños del estadio Nuevo Colombino, punto de partida de la marcha, los primeros autobuses atestados de manifestantes. Aún soñolientos, descendían de los vehículos cargados de pancartas mientras carraspeaban y aclaraban su voz mimándola para una intensa jornada de protesta que quedará grabada para siempre en la memoria colectiva de una provincia eminentemente agrícola.

Como si de una ola incesante que amenazase con engullir todo a su paso se tratase, el solar fue poblándose de manifestantes hasta conformar una ingente marea humana en la que, rasgando el silencio de la mañana, se sucedían continuas consignas y proclamas de diversa pronunciación en defensa de la transferencia de agua.

Tras la intervención de los alcaldes de los municipios integrantes de la plataforma, su presidente, Cristóbal Picón, prendió la mecha con la lectura de un manifiesto que encendió y activó la manifestación, de dimensiones desproporcionadas a su paso ya por la Avenida Decano del Fútbol Español.

Encabezada por representantes políticos, empresarios y asociaciones, la movilización, surtida de numerosas pancartas de protesta y trufada de un firme espíritu reivindicativo, fue estirándose entre vítores y gestos de complicidad de cientos de onubenses, algunos de los cuales no dudaron incluso en dejarse engullir por la marea.

El torrente humano fue conquistando y empapando cada calle del itinerario previsto así como las aledañas, por las que, como gotas de agua, los manifestantes se filtraban y multiplicaban en su afán por no dejar ningún rincón sin regar. La caudalosa corriente iba ganando adeptos a su decidido paso por las calles Marina y Plus Ultra, donde, alentada por una cauce cada vez más estrecho y concurrido, terminó de empapar y calar el corazón de la ciudad.

Los gritos al unísono de ¡Agua ya! reverberaban en las paredes de los edificios, en cuyas ventanas, apostados y contagiados por las reivindicaciones, cientos de onubenses blandían su empatía para corresponder con aplausos a los agradecidos manifestantes.

Alrededor de las 11:30, la movilización terminó por desbordarse en la Plaza de las Monjas, en la que el embudo humano le dio el último impulso para desaguar en la Avenida Martín Alonso Pinzón, donde llegó a su fin desembocando a las puertas de la Subdelegación del Gobierno.

Mientras arreciaban las protestas, pasadas las 12:20 se procedió a la lectura de un manifiesto y el presidente de la plataforma, Cristóbal Picón, jaleado por los presentes, accedió a las dependencias gubernamentales para entregar un escrito al subdelegado del Gobierno, Enrique Pérez Viguera, al que reclamó encarecidamente su intercesión para dar respuesta a la demanda de recursos hídricos de una comarca que sigue nadando a contracorriente para evitar el naufragio de sus cultivos.

Tras inmortalizar su reivindicación y una jornada para la historia de los regadíos y la economía de la provincia con una instantánea a las puertas de la Subdelegación del Gobierno, los representantes de la plataforma se reincorporaron a la marea, que se los tragó al tiempo que emprendía de nuevo la marcha por una abarrotada Gran Vía en la que se fue apagando como la ola que muere en la orilla. "!Que sea la última!", se oyó como colofón entre el gentío.

El mensaje caló. Huelva ya está empapada. Desde ayer, el agua que demanda el Condado tiene color, olor y sabor: es verde, huele a futuro y sabe a pan.

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