Provincia

La jueza ve "indicios suficientes" y le imputa dos delitos de asesinato

  • Cree que llevó a las víctimas a la finca "premeditadamente" y las sedó antes de darles muerte

La titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Aracena, encargada de la causa del doble crimen de Almonaster, ve "indicios suficientes" de que el único imputado por los hechos, el profesor de Matemáticas Genaro Ramallo, es el presunto autor material del asesinato de María del Carmen Espejo y su hijo Antonio en 1993.

Así lo hace constar en el auto de procesamiento, al que ha tenido acceso Huelva Información y en el que detalla que en la tercera semana de agosto de ese año, concretamente entre los días 20 y 22, Ramallo acudió con la mujer que era su pareja sentimental y el hijo de ambos, Antonio Ramallo Espejo, que entonces acababa de cumplir diez años, a la finca de su propiedad del paraje de la Huerta del Cura, en la aldea de Calabazares (Almonaster), inscrita en el Registro de la Propiedad de Aracena el 17 de junio de 1993 (un par de meses antes de la comisión de los crímenes).

Lo hizo "premeditadamente" y con la excusa de pasar un fin de semana de acampada en el terreno y, aprovechando su carácter inaccesible y solitario -para llegar a él hay que caminar a pie por un sendero pedregoso, plagado de zarza y maleza-, "les dio muerte a ambos".

El auto deja claro que Ramallo perpetró supuestamente el doble asesinato "una vez anulada la voluntad de ambos y sus posibilidades de defensa", ya que según consta en el sumario les suministró sustancias sedantes y anestésicos para lograr su objetivo. En concreto, en el área donde fueron hallados los cadáveres el pasado verano -18 años después del crimen-, aparecieron tres blíster de Valium de 10 miligramos de ocho y nueve comprimidos, cuatro jeringuillas, otra tableta de 24 pastillas de un medicamento sin determinar, otro de inyectables de seis ampollas de 2 mililitros y dos ampollas vacías más de otra sustancia.

La jueza determina que, tras arrebatarles la vida, Ramallo ocultó presuntamente sus cuerpos -que aparecieron decapitados- en un pozo existente en la finca, con dos metros de profundidad y en el que sepultó a madre e hijo junto a sus ropas, tiendas de campaña y los medicamentos. Luego colocó encima de ellos media tonelada de piedras y tierra y reforzó la superficie con vigas de hierro y hormigón. Desde el día de autos y hasta que la Policía descubrió los restos, el profesor de Matemáticas "simuló la marcha voluntaria" de las víctimas.

Los hechos, a juicio de la titular del Primera Instancia e Instrucción 1 de Aracena, revisten los caracteres de dos delitos de asesinato tipificados en el artículo 139 del Código Penal. Se mantiene pues, la prisión incondicional para el imputado, al que además requirió en el auto de 24 de abril una fianza de 200.000 euros.

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