El robo. Esta es la principal vía de investigación con la que trabaja la Guardia Civil tras descubrirse ayer a medio día el cuerpo sin vida de Juan Miguel Ligero (59 años) que yacía con un fuerte y mortal golpe en la cabeza.

Tras unas improvisadas batidas de búsqueda entre los vecinos, el cuerpo fue hallado por los propios familiares tirado en una cuneta en el paraje del Pinalillo, en el término municipal de Rociana del Condado, a la altura del curso del arrollo Colmenar. Mientras su vehículo, un Opel Combo gris, fue abandonado supuestamente por su o sus presuntos agresores en el polígono industrial El Corchito de Bonares, frente a la nave que la empresa Friosur Huelva posee en dicho enclave.

La familia denunció la desaparición de Miguel a las diez de la noche del miércoles, preocupados y consternados de que no llegase a casa y no atendiese al teléfono. Un hecho que levantó todas las alarmas, al tratarse de un hombre fiel a su quehacer diario, de su trabajo a casa.

Al mediodía y tras cumplirse los peores presagios todas las hipótesis apuntaron en una misma dirección: el comerciante cerró su humilde tienda de pan y ultramarinos en la Avenida Villarrasa portando la recaudación diaria, según algunos familiares entre 200 y 400 euros.

Horas antes en su tienda de seis metros cuadrados y frente a testigos presenciales, Juan se lamentaba de que su hija se hubiese llevado el coche con un temporal de lluvia que no tenía visos de remitir. Sin embargo, sobrepasada la tarde regresaba para dejar el coche a disposición de su patriarca que, tras repartir hornazos, tendría que haber regresado a casa al caer la noche, hora en la que cierra las puertas de su negocio.

El temporal contribuiría a que él y su supuesto agresor se encontraran a solas en la calle, siendo a raíz de este punto donde surgen los primeros datos y dudas sobre los hechos. Se estima que el supuesto autor de lo que parece una muerte violenta podría haberle pedido a Juan que le acercase hasta su casa, siendo dentro del vehículo donde perpetraría lo que parece un crimen. La segunda hipótesis apuntaría a que el vehículo fue un mero medio de transporte para deshacerse del cuerpo.

Las pesquisas de la Policía Científica y el análisis del interior del vehículo podrán esclarecer estos hechos al determinar con exactitud, a raíz de los restos de sangre que podrían haber generado el traumatismo craneoencefálico, si el cuerpo ocupó en algún momento la plaza del conductor, la del copiloto o ambas; extremo que denotaría que el supuesto atraco se perpetró en el interior del vehículo.

Testigos oculares afirman que cuando se descubrió el cadáver la víctima tenía manchada la camisa de sangre a la altura del estómago, aunque a expensas de la autopsia no se puede diagnosticar si la mancha corresponde a una herida en esa zona o bien corresponde al goteo del golpe en la cabeza.

La Policía Científica tiene un duro trabajo por delante, aunque a su favor tiene un elemento que en estos casos suele revelarse transcendental para esclarecer los hechos: la muerte pudo ser fortuita. Pudo no haber sido premeditada, lo que implícitamente conlleva a la ausencia de una estrategia elaborada donde generalmente se incluye el borrar las huellas del delito y construir una coartada. Acciones que muy posiblemente quien o quienes perpetraron el supuesto crimen no tuvieron en cuenta, dejando en el Opel Combo y en el propio cadáver un rastro de evidencias que posiblemente podrá ser detectados mediante la aplicación de la dactiloscopia, o bien mediante el análisis de los restos de ADN.

Las Fuerzas de Seguridad también disponen de un tercer elemento transcendental: la riñonera de Miguel donde guardaba el cambio y un bloc donde apuntaba a quien fiaba, objeto que fue hallado en la carretera, en un punto sin concretar.

A falta de esclarecer los hechos y la causa de la muerte, la familia ha recibido un duro golpe tras la noticia y algunos familiares tenían que ser atendidos con evidentes cuadros de ansiedad, tras confirmarse la trágica noticia sobre las 12:30 de ayer.