Cuchillo sin filo

Francisco Correal

El humanismo de Laffón

MANUEL Laffón y María de la Escosura se casaron en Madrid el 2 de julio de 1927. El 2 de julio de 1977, el día que yo aterricé por primera vez en Sevilla para hacer prácticas en El Correo de Andalucía, el mismo día que moría Vladimir Nabokov, los padres de la pintora Carmen Laffón celebraban sus bodas de oro. Un lujo para el amor. Yo me casaba con la ciudad que me acogía mitigando mi orfandad ambiental -urbe tan bella como desconocida- con la lectura de Ocnos de Cernuda.

Llevaba varios días queriéndole dedicar unas líneas a Carmen Laffón, que transformó en luces las sombras de su tierra. Por si me olvidaba del asunto, ayer vi las dos palabras, Carmen Laffón, escritas con grandes caracteres en el Instituto de Educación Secundaria que lleva su nombre. No sé si hay otro municipio en Andalucía que tenga tanta concentración escolar: en una misma calle (confluencia de las que se llaman Cultura y Alcalde Pepe Iglesias), en este tramo de San José de la Rinconada, núcleo que creció en torno al ferrocarril y la azucarera, conviven tres institutos (San José de la Rinconada, Miguel de Mañara, Carmen Laffón) y el colegio público Júpiter donde estudió Antonio, el frutero al que le compramos las delicias campesinas. Joaquín de la Huerta, profesor del IES San José de la Rinconada, me invitó ayer a dar una charla sobre Andalucía y el mucho trabajo que el mes de febrero nos da a los periodistas. Me presentó a Luis Verde, profesor de Matemáticas, y al joven profesor de Lengua y Literatura que venía de ponerle a sus alumnos Alfonsina y el mar en la doble versión de Mercedes Sosa y de Calamaro.

Pero no se me quitaba el nombre de Carmen Laffón. Una humanista del pincel, pintora de hombres. Hay hombres que últimamente se rodean de mujeres por inseguridad, por marketing o mimetismo. Carmen Laffón aparece siempre rodeada de hombres con una naturalidad asombrosa. Hermana de Carlos, prematuramente fallecido, Manuel y Ángel. Fue esposa de dos tipos preclaros y singulares, contrapunto del cliché: José Cabrera Bazán, que además de senador jugó en el Betis y el Sevilla, e Ignacio Vázquez Parladé, terrateniente y comunista, biotipo andaluz de Guareschi o de Papini. Cómplice de hombres con los que firmó libros que ayudan a entenderla mejor: le dio color a las palabras de Fernando Ortiz en su libro común Sevilla y los sevillanos (Alfar) y firma con Braulio Ortiz Poole la obra biográfica Manuel Laffón, el hombre y el médico. Un pediatra de la generación del 27 que estudió en la Residencia de Estudiantes y se casó en ese mítico año que redondeó en cabriola cronológica de bodas de oro el año que a Aleixandre le dieron el Nobel y murió Vladimir Nabokov.

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