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SOMOS cada vez más conscientes, y existen estudios que así lo atestiguan, que no sólo son personas las que dejan huella en otras, sino que también existen casas, rincones o lugares en general que pueden haber sido determinantes en nuestra historia personal. Seguro que cada uno de nosotros atesora los suyos particulares. Ocurre que hay espacios decisivos pero para el colectivo, en la historia social, sitios que han marcado el ser de la sociedad que lo alberga y que han contribuido a que ésta sea como es.
El Ayuntamiento de Huelva ha elaborado un documento que recoge una relación de los edificios y zonas de la ciudad que, precisamente, por haber sido testigos o protagonistas de hechos fundamentales en su historia merecen una especial protección y cuidado. Algunos de ellos vienen avalados por su hermosura natural, como la Ría de Huelva. Otros poseen un enorme valor histórico, como el Instituto de la Rábida, primer centro en escolarizar a los obreros y el primero donde cursó estudios secundarios una mujer. Y tenemos otros que conjugan ambos valores: el natural y el histórico. Es el caso del Muelle de Riotinto (nuestro Muelle del Tinto), construido en el siglo XIX para la descarga del metal y que fue desencadenante para convertir a Huelva en capital mundial en la exportación de cobre. Así aparecen en el documento hasta veinticinco citas. En algunas, coincidiremos casi todos en su valor estético (el Barrio Obrero). Otras van a propiciar que las observemos más, a ver si logramos entender el valor patrimonial, para la Gasolinera del Barrio Obrero, para las oficinas del Puerto o para la biblioteca pública provincial. De una u otra forma, sí es cierto que todos ellos forman parte de la historia de Huelva.
La iniciativa del catálogo, siendo justa y necesaria, provoca algunas reflexiones y ciertas dudas. Es una lástima que a veces le falle la memoria al Ayuntamiento y, olvidando que lo popular también posee valor histórico, haya destruido las últimas casas que quedaban de la avenida de Adoratrices o que haya abandonado a su suerte el mercado de la Plaza de Toros o el edificio de la Escuela de Ferroviarios, que bien podrían estar incluidos como parte de nuestra historia. Por otro lado, ¿no será esto un asalto más, dentro del larguísimo combate entre el Consistorio y la Junta? ¿No se tratará de nuevo de echar balones fuera, cada una de las instituciones, cuando deba decidirse a quién corresponde proteger y conservar? ¡Socorro!
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