Cultura

Eduardo Mendoza destaca el papel del lector para un escritor

  • El autor barcelonés asegura que un libro no existe hasta que no es leído · Ante mucho público ofreció varias claves para quienes opten por dedicarse a escribir

Eduardo Mendoza ofreció ayer en Huelva sus claves para convertirse en escritor. Entre otras, contar siempre con los lectores, a su juicio, pieza fundamental en el proceso. "Leer, aprender idiomas y viajar", añadió, son otros ingredientes indispensables. El autor barcelonés habló ante un público numeroso, compuesto de fieles lectores y aficionados a la literatura que siguieron de forma muy atenta la exposición de su propia experiencia profesional.

La charla, Una visita al taller del escritor, forma parte de la programación de 4Ciclos, organizado por la Diputación Provincial, y volvió a abarrotar la sala, quedando incluso parte del público de pie. Fue una muestra más del tirón innegable de Mendoza, por primera vez en Huelva después de muchísimos años.

En su repaso por el proceso creativo, comenzó destacando el papel del lector. "Es imposible entender la función de un escritor sin el lector. La literatura sólo existe cuando está en la imaginación del lector". De hecho, insistió, "un libro no existe hasta el momento en que es leído".

"Lo que hace un escritor es construir un fragmento de realidad pactada con el lector. Debe tener claro que está haciendo un pacto, decirle que tiene que creer que lo que escribe es una realidad, y al mismo tiempo hacer algo creíble. No hay que faltar a las reglas del juego que se establece", explicó.

Mendoza se refirió al momento en que una persona descubre la necesidad de escribir. "Normalmente nadie elige el oficio de escritor. Rara vez se plantea en estos términos. No se te aparece Cervantes y te dice que tienes que escribir. Es más bien vocacional". Y cuando se toma en serio, apuntó, "hay que hacerlo con un poco de metodología".

En este sentido, habló de "utilizar herramientas y saberlas distinguir", refiriéndose al lenguaje. Aunque profundizó al afirmar que "la herramienta clave es el adjetivo". "Se sacan adjetivos de cosas que se leen", y así dejó uno de los fundamentos para la escritura: "Para escribir hay que leer mucho, con placer pero con conciencia de que se hace algo enriquecedor para tu trabajo".

"Es muy bueno -continuó- leer a los buenos autores, y también a los malos, pero en una proporción sabia. Siempre podremos decir eso de "me cortaré un brazo antes que escribir una frase como ésta".

Sobre el contenido, Eduardo Mendoza afirmó que "no es difícil encontrar una historia; lo que hay que tener es un vehículo para contarla". "Siempre hay una pequeña anécdota, una situación, un diálogo que se convierte en el hilo del que saldrá todo lo demás".

Aún así, el autor barcelonés confesó la existencia de problemas cuando no se encuentra el desarrollo correcto para el punto de partida y el resultado no es el esperado. "En ese caso -aconsejó- lo mejor es quemar el manuscrito. Guardar es peligrosísimo. Lo suyo es que no quede ni rastro".

En su disertación ante un público muy interesado en su experiencia, el último ganador del premio Planeta estableció un paralelismo entre literatura y gastronomía sobre el fin de la escritura. "Uno escribe para el libro que está escribiendo. Como en la cocina, lo importante es que salga bien el guiso, y luego, ojalá guste. En ambos casos es cuestión de gustos. Uno cocina para alguien que comparte una determinada cultura culinaria, dentro de unos límites que hay que tener en cuenta pero con capacidad para la sorpresa".

Además, Mendoza consideró muy importante el aprendizaje de idiomas, y, tirando de sus propias vivencias, la traducción. "Es muy bueno leer en otros idiomas y traducir, aunque sea para uno mismo. Es una manera de ver cómo un escritor ha hecho funcionar la máquina".

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