Cultura

Trazos venecianos en vivencias onubenses

Bajo el título Un cuadro, un poema el salón de exposiciones del edificio multifuncional de Bellavista, en Aljaraque, acoge una muestra de pinturas del autor veneciano afincado en Huelva, y más concretamente en el enclave costero de El Rompido, Flavio Olivieri.

En el acto de inauguración de la muestra estuvieron presentes el alcalde de Aljaraque, David Toscano, el concejal de Presidencia, Pedro Yórquez y la máxima responsable del área de Cultura del Consistorio, Ana Mora, que destacó "la sensibilidad y belleza de la obra de Flavio que, sin duda, cautivará a todos cuantos se acerquen a ver esta exposición".

Dejar que el amor vuele sobre los sueños de los enamorados es por otra parte el verso escogido por el pintor italiano para la muestra, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 9 de diciembre, de lunes a viernes, en horario de 9:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00.

La misma está formada por una veintena de cuadros en los que el autor hace un recorrido por su vida "desde Venecia hasta El Rocío", pasando por uno de sus temas favoritos como son los retratos. Las técnicas van desde el óleo sobre lienzo al acrílico sobre tabla o también lienzo, con medidas que oscilan desde el tamaño A3 hasta lienzos de 100 x 70 centímetros. Por otra parte, los poemas que acompañan a las pinturas han sido extraídos de la primera y segunda parte del libro editado hace ocho años Poesía por un solo amor, del mismo artista.

Flavio Olivieri nació muy cerca de Venecia, transcurriendo toda su juventud en pleno contacto con la naturaleza, donde prados, lagos, ríos y árboles fueron su entorno habitual, y cuyos colores y reflejos pasaron a formar parte de su vida, hasta llegar a plasmarlos en sus lienzos. En este sentido asegura que esos colores son sus vivencias, así como sus palabras reunidas en versos y poemas.

"Sensaciones, sentimientos, sonidos, olores, atmósferas, memorias perdidas, instantes que perduran una vida, todo tiene sus colores y sus palabras. Los colores transmiten vibraciones, así como las palabras sentimientos" afirma Olivieri.

Tal es así, que en esta muestra, condensa sus colores y sus versos en la veintena de obras que la componen, fruto de su trabajo a lo largo de los dos últimos años. Además, a cada obra pictórica asocia un poema, por lo que el visitante podrá encontrar los destellos y las vibraciones más intimas del artista.

Olivieri es licenciado en idiomas por la Universidad de Trieste (Italia), dedicando inicialmente su tiempo libre a diferentes cursos en la Accademia di Belle Arti di Venezia.

Los grises de Milano, donde vive y trabaja durante más de 20 años, no consiguen alejarle de sus colores. En la Scuola di Arte di Brera sigue pintando sus recuerdos con la ayuda y los consejos del maestro y amigo Alzek Misheff, profesor de la Academia de Sofía, en Bulgaria. Posteriormente en la Arts and Academy School de Minneapolis (EEUU), despiertan en Olivieri de nuevo los destellos de luz gracias a la belleza salvaje de Minnesota, donde vivió durante cinco años. En 1995 se traslada a Madrid, donde comparte tiempo y afina técnicas con la ayuda de su amigo y maestro Javier Pérez Prada.

Hace seis años decidió irse a vivir a El Rompido, donde sus colores encuentran una nueva vida. "El amarillo intenso se hace más cálido y el azul pálido más fuerte", afirma Olivieri, quien reconoce haberse quedado "prisionero" de los paisajes de este bello rincón del litoral onubense. Igualmente afirma que es en este enclave donde sus lienzos han encontrado otra vez sus colores, y sus versos las palabras perdidas en el tiempo.

Muchas de sus obras están repartidas en colecciones públicas y privadas en Venecia, Milano, Colonia, Londres, Lyon, París, Madrid, Barcelona, New York, Chicago, Minneapolis, Miami, Toronto, Ibiza, A Coruña o Formentera.

"Si hay algo que siempre ha formado parte de mi vida es la pintura -concluye el artista-. Mis primeras obras están expuestas en el bar de las hermanas Moretto, en Piavon, un pequeño pueblo cerca de Venecia, donde yo vivía. Tenía sólo siete años y el precio de cada obra era el equivalente a tres helados del tamaño que quisiera. Proporcionalmente al IPC y a mis necesidades el precio de mis obras no ha aumentado mucho desde entonces, lo cual es así porque creo en el arte. La posibilidad de comprar un cuadro que guste no tendría que ser un sacrificio o una renuncia más. Es imposible valorar el trabajo de un artista en euros por centímetro de cuadro. La cotización tendría que darla la persona que quiere comprar el cuadro, con honestidad. Pero esto puede ser una utopía. Por esta razón mis colores, mis lienzos, mis tablas, mis pinceles tienen un precio. El arte no".

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