Cultura

Murales para la ermita de San Isidro

  • La composición de cuatro óvalos con la representación de los evangelistas es obra de José Mª Carrasco

Después de haber diseñado y realizado carteles para la Hermandad del Rocío de Emigrantes de Huelva, para la Patrona de la capital onubense con motivo de su cincuentenario, o pinturas murales para los laterales de la casa hermandad de Emigrantes y de la Peña Flamenca de Huelva, el joven onubense y de ascendencia cartayera José María Carrasco Salas, acaba de concluir estos días el trabajo más ambicioso de toda su trayectoria profesional: las pinturas murales de la ermita de San Isidro Labrador de Cartaya.

"Yo nunca había pintado una cúpula tan grande como ésta, que supera los 100 metros cuadrados", asegura a sus 39 años. Un trabajo que le ha obligado a permanecer durante los últimos seis meses colgado sobre un andamio del techo de dicho edificio ubicado en pleno pinar cartayero.

Indica que también ha sido todo un reto porque tenía que transformar un edificio caracterizado por la horizontalidad y las líneas rectas en una ermita acogedora y agradable. En definitiva, tenía que "dar calor y acogimiento a un edificio totalmente diáfano".

Para ello se ha basado en la técnica pictórica del trampantojo, muy usada en el barroco, y con la que se intenta engañar la vista jugando con el entorno arquitectónico (real o simulado), la perspectiva, el sombreado, el color y otros efectos ópticos y de fingimiento para obtener lo que técnicamente se conoce como una realidad intensificada o, lo que es lo mismo, una sustitución de la realidad.

En este caso, lo más complicado ha sido transformar mediante esta técnica pictórica o decorativa la pirámide o tejado a cuatro aguas que conforma la cubierta del presbiterio de la ermita, en una cúpula redonda, lo cual finalmente ha conseguido ocultando o disimulando las aristas de los planos rectos de dicha techumbre a base de pintura mural.

"He pretendido que al visitante se le vaya la mirada hacia arriba cuando entra en la ermita y, para ello, ha sido básico convertir con el trampantojo un techo a cuatro aguas en una cúpula redonda" asegura. "Se trata -prosigue- de transformar un elemento arquitectónico originariamente muy plano, en algo mucho más dinámico y tridimensional eliminando líneas rectas".

Por otra parte, con las pinturas murales de la cúpula de la ermita cartayera se concluye un proyecto decorativo mucho más amplio que se inició hace ya varios años. Dicho proyecto, a cuyo frente siempre ha estado Carrasco, se inició con las pinturas del altar mayor, para proseguir con las colgaduras del interior de la ermita, el decorado de algunos de sus elementos externos como las columnas de sus soportales o la espadaña del campanario. Para que quede todo concluido, explica el joven artista onubense, sólo faltan por llegar las vidrieras, que también han sido diseñadas por él y que ya han sido encargadas.

El proyecto decorativo completo será inaugurado hoy oficialmente por la Hermandad de San Isidro Labrador de Cartaya, durante el transcurso de un acto que dará comienzo a las 12:30 con la intervención del propio artista, que describirá ante los asistentes las principales características de sus pinturas murales. A continuación, aproximadamente a las 13:00, se oficiará una misa de acción de gracias, para concluir con la plegaria de San Isidro.

El presidente de dicha hermandad, Julián Pérez Segura, valora muy positivamente el trabajo de Carrasco, y explica que el objetivo no ha sido otro que hacer algo del agrado de los cartayeros y de todos aquellos que visitan la ermita. Pérez Segura subraya igualmente la colaboración de todo el pueblo y la implicación y el esfuerzo de los hermanos y de la junta directiva de la Hermandad, que ha organizado durante todo el año numerosos eventos para recaudar los fondos que han posibilitado la realización de estos trabajos. Finalmente destaca la colaboración municipal.

Para Carrasco ha sido un trabajo "duro pero bonito" y, según su propia descripción, las pinturas murales son una composición de cuatro óvalos con la representación de los evangelistas, que se completa con profusos motivos ornamentales vegetales y con la decoración de cuatro nuevas ventanas, la decoración cromática del altar, y las pinturas de los laterales destinadas a separar los muros laterales de la techumbre.

Carrasco se muestra convencido de que gracias a estos trabajos esta ermita "va a crear un antes y un después en cuanto a ermitas en el campo, ya que se convertirá en un edificio de referencia que va a crear un precedente porque las ermitas de campo de este tipo suelen ser muy distintas y mucho más austeras".

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