Cultura

Se nos fue El Niño Miguel

  • La guitarra pierde a su mayor genio en la historia de Huelva

Se nos fue para siempre. Tampoco podremos sentir su persona de nuevo cerca, ni siquiera emocionarnos al verlo hacer sonar a su querida compañera de seis cuerdas. Esa amante verdadera que le dio la palabra, la capacidad de poder decir y volar a la misma vez. Quizás te hayas marchado para no volver, pero tu esencia y tu alma siempre acompañarán a la inmensa multitud de valedores de tu arte.

Miguel Vega Cruz será constantemente referente para quienes vivimos la música como la necesidad de inspiración que le falta a la endemoniada sociedad de hoy, esa que se paraba cuando tocabas con desmedida dulzura y débil fuerza en cualquier lugar de tu querida Huelva. La tierra que te vio nacer, en la que creciste como creador y que fue y será eternamente tuya.

Cuántas son las manos agradecidas por tu existencia. Cuántos los pensamientos que has conseguido que pudieran surcar el aire con tus sonidos, con el incesante ritmo al que latía tu salvaje corazón y que, aunque no estés aquí, nos has regalado para los siglos de los siglos. Tu no te marchas, todo de ti queda con nosotros, como un presente inequívoco de talento y magnificencia. Cada digitación, cada fraseo, cada falseta, todas llenas de inmensidad, de grandeza y a la vez de carácter.

Una juventud rebelde que nos dejó en dos hermosos ejemplares fonográficos un total de casi 20 obras complejas, que además dieron lugar a un lúcido punto de inflexión para el concepto revolucionario que de la mano de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar sacudía España a mitad de la década de los setenta. Una evolución que dejó perplejos a todos los grandes críticos del momento y que, a pesar de los años, le dieron la valía y el sitio que por derecho propio merecía desde sus comienzos.

El guion de su caminar nos permitió durante años poder disfrutar de él a cada momento, en cada instante. Huelva se convirtió en su hermosa casa, una enorme hacienda donde Miguel podía arrancar su magia en cualquier rincón, en cualquier plaza, en cualquier calle, en esa en la que las estrellas se paraban para poder escucharlo y sentir sin pudor alguno la verdadera raíz de la guitarra flamenca.

Ahora inicias un precioso viaje, una estancia eterna. Pero sin lugar a dudas dejas para la historia tu colosal y extraordinario talento, el impresionante regalo de tu sensibilidad, de tu música hecha hombre, de la tristeza y el lamento de las seguiriyas, de la ingenuidad y velocidad de las bulerías, del sentimiento de la soleá o de la fuerza de un fandango. Ahí es donde te quedas Miguel, para siempre y por siempre.

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