Huelva

La Alcancía, el seguro del obrero

  • La Asociación Lieva recopila documentos sobre la sociedad fundada en Galaroza a principios del siglo XXl investigación La historia de esta particular aseguradora ha podido ser reconstruida gracias a la labor de la Asociación Lieva

Aunque ahora parezca un cuento tenebroso y de terror, hubo un tiempo en que la Seguridad Social no existía y los obreros se encontraban totalmente desprotegidos. El que hoy es uno de los pilares de nuestra sociedad era una práctica desconocida y poco extendida entre los ciudadanos. Para intentar remediar esta carencia, surgieron instituciones que intentaban paliar las necesidades de los trabajadores. Una de ellas fue la Sociedad de Socorros Mutuos La Alcancía, entidad fundada en Galaroza en 1915 y que se convirtió en fundamental para muchas familias cachoneras durante el siglo XX.

La historia de esta aseguradora tan particular ha podido ser reconstruida gracias a la labor de la Asociación Cultural Lieva, que en los últimos años ha recopilado diversos documentos relacionados con esta sociedad, desconocida para muchos. Pilar de esta recuperación ha sido el estudio de una memoria de la entidad publicada en 1937, aportada por José Luis Lobo, junto con las donaciones de documentos por parte de Jesús Ortega, Emilio González, Antonio Sosa o Manuela Tavira, todos ellos colaboradores de Lieva.

Se dedicaba esta sociedad a ayudar a los trabajadores que caían enfermos y no podían continuar con sus labores. Realizaba una gran labor incluso tras el fallecimiento de sus socios. Según su Reglamento aprobado el 1 de abril de 1951, "su único fin consiste en socorrerse mutuamente en sus enfermedades y accidentes los individuos que la componen".

Entre sus creadores, a principios del siglo pasado, se encontraba el coronel Nicomedes Alcayde Carvajal, el maestro Antonio Arellano Santos y el médico Gumersindo Márquez Chaparro, quien fue también presidente de honor hasta su muerte en 1916. Junto a ellos, numerosas personas influyentes de la época se reunieron en el domicilio particular de Fernando Márquez Tirado para celebrar la primera junta directiva de La Alcancía el 29 de agosto de 1915.

En aquel momento, se inscribieron en la asociación 48 socios protectores y 117 socios activos. En cuanto al balance económico de sus actuaciones, la memoria de 1937 recoge un saldo positivo desde su fundación que alcanza las 56.134 pesetas de la época, y todo ello después de haber atendido a numerosos enfermos y ayudar a fallecidos en toda la localidad.

Las personas más relevantes de Galaroza pasaron por la junta directiva. Así, fueron presidentes efectivos Fernando Márquez Tirado, César Muñiz Mendoza, José Fernández Muñiz, Pablo Muñiz González, José Bravo Olivera y Ezequiel Sánchez Navarro. Hubo también vocales natos por derecho propio y por derecho de honor, además de secretarios, tesoreros, fiscales y cobradores. Reglamentariamente tenían el carácter de vocales natos "el alcalde presidente, el señor juez municipal y los señores médicos titulares de este pueblo".

El lenguaje utilizado en la memoria nos retrotrae a los primeros años del siglo pasado, con florituras lingüísticas que ensalzan la sociedad y vilipendia a sus detractores, a los que tacha literalmente de "mentecatos" y "pusilánimes".

Otra parte importante de esta memoria recientemente descubierta está ocupada en sus últimas páginas por creaciones poéticas. Escritas por el secretario, José Carmona Tristancho en los años 36 y 37, van dedicadas a los socios difuntos, a Eladio Muñiz, a los amigos ausentes y a los presentes.

Además, aparecen en esta memoria de 1937 detalles interesantes, como la identidad del primer socio que recibió socorros por enfermo y que posteriormente falleció, concretamente el socio fundador Teófilo Codesal Santos, que murió el 29 de mayo de 1916 con 47 años; y también alabanzas necrológicas, agradecimientos a las donaciones monetarias que se producían, sustituciones de los cargos directivos, etc.

En cuanto a los actos organizados en pro de la sociedad, destaca la primera conferencia que ofreció, a cargo del catedrático Ignacio de Casso, intervenciones de religiosos locales y foráneos, o la charla que protagonizó Manuel Siurot en un amplio patio de la entonces avenida Ismael González, propiedad de los señores de Ponce Olivera.

La Alcancía tuvo incluso una bandera, donada por Fernando Márquez Tirado durante la junta general celebrada el 6 de enero de 1918, que acompañaba a los socios fallecidos en la hora de su último viaje.

Lieva ha investigado otras fuentes que nos hablan de la buena labor de esta entidad en Galaroza, como por ejemplo la crónica que un corresponsal cachonero publica en ABC en 1930, y que da cuenta de la celebración de su junta general. El periodista afirma que "desde hace tiempo viene funcionando con admirables resultados prácticos para la clase obrera de este pueblo. Cuenta en la actualidad con 309 socios y un capital de 36.310,93 pesetas. Ha pagado durante el año pasado como socorro a los socios enfermos 3.476,83 pesetas, para gastos de funerales de los socios fallecidos 150 pesetas y como socorro extraordinario a las familias de los socios fallecidos, 426 pesetas".

Por referencias orales tenemos noticia también del papel que desempeñaban los fiscales de La Alcancía, vigilando que los enfermos que estaban cobrando socorros en cada momento no infringieran las reglas. Les estaba prohibido entrar en los casinos y todos los afectados debían llevar un brazalete que los identificara.

La Asociación Lieva comienza ahora a desentrañar este trozo de la historia de Galaroza para que las nuevas generaciones conozcan las costumbres, vicisitudes y problemáticas que tuvieron que afrontar sus ancestros.

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