Cinco siglos dan para mucho y más siendo fieles a una ciudad y a una dedicación espiritual. Las madres agustinas no sólo han dado nombre a la plaza que es el corazón de la ciudad, sino que han ido parejas en el latido de Huelva. Ayer no sólo la comunidad agustina estaba de enhorabuena, sino que toda la iglesia diocesana y la ciudad se sumaban a la misa de inicio de los actos conmemorativos.

Presidió la ceremonia el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco, que estuvo acompañado por el obispo emérito, Ignacio Noguer, y por numerosos sacerdotes y agustinos; también acudieron el vicario agustino Teófilo Viñas y la madre Inés, abadesa general de la congregación de Talavera de la Reina. Además de la ciudad representada en su alcalde, Pedro Rodríguez, y de la Junta de Andalucía, representada por Gabriel Cruz. También estuvieron las hermandades de la Buena Muerte y de la Redención.

La madre superiora de Huelva, sor María del Carmen, se dirigió a todos al inicio del acto, compartiendo así la acción de gracias por este tiempo en Huelva y es que dijo que "hoy en el día de la anunciación, abrimos la puerta de nuestro corazón entorno a la Eucaristía en un canto de gloria a Dios", por la llegada hace ahora quinientos años de las madres agustinas de la mano de Elvira de Guzmán, duquesa de Niebla, que "trajeron a esta tierra de sol y mar un sagrario de culto a Dios del amor y la caridad agustiniana".

El obispo de Huelva se refirió a la importancia de este tiempo en el que ha estado vivo el carisma y la presencia agustiniana en esta ciudad. Aseguró que con ellas y con su vida contemplativa la sociedad de hoy tiene una oportunidad para aprender a cultivar la escucha del corazón y la cercanía a Dios.

En el acto intervino la Agrupación Coral de la Sagrada Cena, dirigida por Emilio Muñoz, que cantó el nuevo himno para esta efemérides. Mientras que la Banda de Música de Nuestra Señora de la Consolación ofreció un concierto al final del acto.