Huelva

"La vida nos sonríe a los cuatro, hemos tenido mucha suerte al encontrarlas"

  • Yolanda y Carmelo han acogido a dos niñas, una de doce y otra de catorce años

Yolanda Peña y Carmelo García han dejado de ser una pareja para transformarse en una auténtica familia, y todo recurriendo al acogimiento. La idea surgió cuando durante una baja de la mujer, "vi en la tele que había un niño de Somalia al que iban a traer a España para operarle las manos porque su padre se las había quemado a fuego lento por haber robado una mazorca de maíz para comer". Esto le conmovió tanto que decidió ponerse en contacto con la ONG que había traído a España para acogerlo, "pero no hubo posibilidad".

Unos días más tarde, lo comentaba a un compañero de trabajo "y me dijo que si no me importaría acoger a un niño, le dije que no y me puso al día de cómo funcionaba".

Entonces decidieron acercarse a la Delegación Provincial de Igualdad, solicitar el acogimiento y ayudar, básicamente. "Una adopción está muy bien, llevan tus apellidos y eliges un niño a la carta; pero considero que eso no es ayudar. Ayudar es sacar de centros a niños que realmente están necesitados". Se decidieron por dos hermanas que entonces, hace ya dos años, tenían 10 y 12 años. "El trámite es el mismo que se hace en una adopción, en principio asusta tanto papeleo, pero en un mes lo teníamos todo", asegura Yolanda.

Hay que tener en cuenta que es más difícil que alguien solicite un acogimiento en el que los críos ya no sean niños pequeños y, además, sean hermanos. "Existen muchos niños con cierta edad a los que la gente no quiere acoger porque son mayores. Pero yo me siento igual de madre con mis niñas que con un bebé". Además, "son los más necesitados y los que más aprecian lo que estás haciendo por ellos y siempre se van a acordar de ti".

Es necesario tener muy claro que el acogimiento, aunque sea permanente, es temporal, "tiene fecha de caducidad", y que los críos continúan manteniendo un vínculo con su familia biológica. No obstante, "siempre están ahí los técnicos de la Junta de Andalucía para ayudarte y mediar entre unos y otros".

Dice Yolanda que ni ella ni su marido tenían necesidad de tener a un niño en casa, pero que esto les ha permitido "ser menos egoístas y tener una experiencia con ellas muy enriquecedora". Se le llenan los ojos de lágrimas al decir en voz alta que "somos conscientes de que les estamos dando una vida mejor, encauzada a que ellas puedan valerse por sí mismas en el futuro, y eso me llena de orgullo".

El primer encuentro con "mis dos hijas" fue muy emocionante y desde entonces "la vida nos sonríe a los cuatro, hemos tenido mucha suerte al encontrarlas". Son niñas "muy educadas y más que dar trabajo te lo quitan, porque siguen la rutina que les han enseñado en el centro de acogida en el que estaban". Yolanda y Carmelo pretenden solicitar la tutela de las menores el año que viene, más que nada "porque ellas no tienen nuestros apellidos y están hartas de tener que dar explicaciones a cada momento, ya sea para viajar a Gibraltar o para que les firmemos una autorización para ir de viaje". La solidaridad rezuma por los poros de esta familia lepera que, para más inri, ha pensado acoger a otro niños, "sobre todo por ellas".

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